Page 273 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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to. Que las bestias sean presas del pánico y vuelvan a ser arcilla.
Que los dioses, tus padres, viendo esto, glorifiquen tu heroísmo.
Dicho aquello, los Sebitti le recordaron al dios tiempos pasados:
— ¡Oh héroe Erra! ¿Por qué has abandonado el combate y has
permanecido en tu ciudad?
Tras esta pregunta, aludieron a realidades presentes.
— Las bestias de Shakkan — prosiguieron diciendo los Sebitti—
y los animales muestran desprecio en nuestros cuidados. ¡Oh héroe
Erra, nosotros te hablamos y ojalá que nuestras palabras no te sean
inoportunas! Antes de que todo el país de los hombres1se haya
vuelto demasiado grande para nosotros, desde luego tú oirás enton
ces nuestras palabras. Muéstrate benevolente con los Anunnaki, que
aman el silencio, ya que ellos, a causa del tumulto de los hombres,
no pueden dormir. Las bestias patalean los prados que son la vida
del país, el campesino en sus campos llora amargamente por sus pro
ductos destruidos. El león y el lobo aterran a las bestias de Shak
kan. El pastor, a causa de su rebaño herido, no tiene reposo ni de
día ni de noche, pero es a ti a quien implora. Y nosotros que cono
cemos los accesos de las montañas hemos olvidado por completo
el camino. Sobre nuestras armas de guerra la araña ha extendido
sus hilos. Nuestro excelente arco, sublevándose, es ahora demasia
do potente para nuestras fuerzas. La punta de nuestra puntiaguda
flecha se ha embotado y nuestro puñal, a causa de no degollar, se
ha recubierto de herrumbre.
Cuando el héroe Erra hubo escuchado las palabras que le habían
dicho los Sebitti, como el mejor aceite así le fueron de agradables.
Tomando la palabra dijo a Ishum:
— ¿Por qué, habiendo oído esto, permaneces sentado y sin decir
me palabra alguna? ¡Abre el camino, que voy a ponerme en marcha!
¡Que me acompañen los Sebitti, héroes sin rival! Hazles a mis armas
furiosas caminar a mi lado y tú, heraldo mío, camina detrás de mí.
Ishum, habiendo escuchado estas palabras, le dijo al héroe Erra:
— Señor Erra, ¿por qué tienes malos pensamientos contra los
dioses? ¿Por qué planeas destruir el país y aniquilar a sus habitan
tes sin remisión?
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