Page 275 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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nado el Diluvio, por haberla abandonado yo deshice el equilibrio
del Cielo y de la Tierra. Debido a que el Cielo se turbó, las estre
llas del firmamento cambiaron su posición celeste y no las volví a
su lugar. Debido a que la mansión infernal del Irkallu se movió, tan
to disminuyó el rendimiento del surco que se puso para siempre
difícil el subsistir. Debido a que se había deshecho el equilibrio del
Cielo y de la Tierra, las aguas profundas se secaron y· las crecidas
se retiraron.
Marduk se detuvo aquí un instante. Luego, prosiguió:
— Regresé y vi que era difícil repararlo todo. La procreación
de los seres vivientes era tan mínima que no pude volverla a su
situación anterior hasta que, como un campesino, no tomé en mis
manos su simiente, hasta que no construí una casa y me instalé en
ella. Mi imagen, cuyo aspecto se había vuelto sombrío por haber
sido deslucida a causa del Diluvio, para hacer resplandecer en ella
mis rasgos y purificar mis vestidos puse a trabajar en la misma a
Girra. Después de que él hubo hecho resplandecer de nuevo mi
imagen y que hubo acabado aquella obra para mí, me coroné mi
tiara soberana y regresé a mi residencia. Mis rasgos reflejaron dig
nidad y mi rostro quedó recuperado con su mirada terrorífica.
Tras recordarle a Erra la restauración de su imagen, Marduk con
tinuó diciéndole:
— Los hombres que escaparon al Diluvio y vieron la obra eje
cutada para mí, aunque yo levanté mis manos para destruirlos, sobre
viven todavía. A esos sabios yo los había hecho descender al Apsu
y no les ordené que regresaran. Cambié de lugar el árbol mesa y
también el del ámbar elmeshu y no se los revelé a nadie. Ahora,
para el trabajo del que tú me hablas, héroe Erra, ¿dónde encontrar
el mesu, carne de los dioses, insignia del rey del universo, árbol san
to, manojo de ramas altivo, adaptado para la soberanía, que en el vas
to mar, a 100 horas dobles bajo las aguas, su raíz toca lo más pro
fundo de los Infiernos y que, en lo alto, su copa alcanza el Cielo
de Anu? ¿Dónde encontrar el puro zafiro que he dejado a su lado?
¿Dónde encontrar a Ninildu, gran carpintero de mi divinidad supre-
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