Page 280 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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y de Dagan, les has hecho blandir sus armas. E hiciste que su san
gre, como las aguas de un albañal, regara los alrededores de la ciu
dad. Abriste sus venas e hiciste fluir un río ensangrentado. Enlil,
ante aquel espectáculo, gimió: «¡Ay de mí!» Luego, este dios, con el
corazón sobrecogido, abandonó su residencia sin querer volver más
a ella. Puso una maldición en su boca. Juró que nunca más bebe-;
ría agua del río y que por haber visto su sangre derramada no vol
vería más a entrar en el templo Ekur.
Sigue una nueva laguna de unas 12 líneas, en las que se incluiría la
respuesta de Erra a Ishum. Cuando se reanuda el texto legible todavía
esta hablando Erra.
El rostro de Erra estaba lleno de cólera, tenía el aspecto de un
león. En la cólera de su corazón gritó, dirigiéndose a Ishum:
— ¡Abreme el camino, que voy a ponerme en marcha! Que los
Sebitti, héroes sin igual, marchen a mi lado. Que mis armas furio
sas marchen a mi lado y tú, heraldo mío, ve detrás de mí.
Ishum, oyendo estas palabras, lleno de piedad por lo que intuía
que iba a suceder, se dijo a sí mismo:
— «Ay de mis gentes, contra las cuales Erra está enfurecido y
a las que quiere suprimir: a las que el guerrero Nergal — no otro
que Erra— quiere aniquilar, como en el día del combate contra
el demoníaco Asakku. Las quiere suprimir sin que huelguen suS
brazos, al igual que después del degüello del “Dios derrotado” ;
con su red desplegada, como cuando fue capturado el malvado
Anzu.»
Tenidas estas palabras para sí, Ishum dijo después al héroe Erra:
— ¿Por qué tienes malos pensamientos contra los dioses y
contra los hombres? ¿Por qué tienes malos pensamientos contra
los humanos, los «cabezas negras», sin volverte atrás en tu deci
sión?
Erra le contestó a su heraldo:
— Tú conoces los pensamientos de los Igigi y la opinión de los
Anunnaki; tú das órdenes a los hombres, a los «cabezas negras», les
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