Page 279 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Tercera  tablilla

     Erra  en  su  furor  no  prestó  atención  a  nadie. El  consejo  que  se
  le  pudiera  dar  no  lo  escucharía. Estaba  decidido  a  llevar  a  cabo  el
  asunto  que  había planeado. Tenía  el aspecto  y la voz  de  un león. A
  su  heraldo  Ishum le  dijo  estas  palabras:
     — Cambiaré  en  tinieblas  la  luz  del  sol.  Confiscaré  las  casas  de
  los  hombres  y  les  acortaré  sus  días  de  vida. Al justo  que  interceda
  yo  le  apagaré  su  vida  y  en  su  lugar  pondré  al  malvado,  de  ruines
  intenciones.  Cambiaré  el  corazón  de  las  gentes:  el  padre  no  escu­
  chará  más  al  hijo, y la  hija  dirá  cosas  detestables  a su  madre. Volve­
  ré malas sus palabras y ellos olvidarán a su dios y dirán grandes inso­
  lencias  contra  su  diosa.  Promoveré  bandidos  para  que  intercepten
  los  caminos  y  en  las  ciudades  las  gentes  se  robarán  mutuamente
  sus  bienes. El león y  el lobo  abatirán las  bestias  de  Shakkan. Enfu­
  receré  a  la  Señora  de  la  creación y  ella pondrá  fin  a los  nacimien­
  tos.  Privaré  a  la  nodriza  de  los  gritos  de  niños  y  chiquillos. Apar­
  taré para siempre  de los  campos  el canto  de los trabajadores. Pastor
  y  ganadero  olvidarán  lo  que  es  un  techo  protector.  Rasgaré  rápi­
  damente  los  vestidos  de  los  cuerpos  humanos, por  las  calles  de  las
  ciudades  haré  ir  desnudo  al joven, y  haré  descender  a  los  hombres
  a  la Tierra  de  los  muertos  sin  mortaja.  Le  faltará  la  oveja  al joven
  para  el sacrificio  en favor de su vida. Al príncipe incluso le  escasea­
  rá  el  cordero  necesario  para  el  oráculo  de  Shamash  e, inútilmente,
  los  enfermos  desearán  los  asados  para  su  ofrenda  voluntaria. Y   sin
  que los expertos los puedan consolar, ellos vivirán penosamente has­
  ta  el  día  de  su  muerte.

     Siguen  unas siete  líneas  inutilizables,  tras  las  cuales  se  inicia  otra  impor­
     tante laguna, de  unas  25 o 30 líneas más. En este pasaje Erra continua­
     ría enumerando sus amenazas. Por su parte, su heraldo Ishum, tal vez como
     respuesta, le recuerda a Erra los pnmeros estragos que había Ueuado a cabo.

     — Y  también  — continuó  diciendo  Ishum—   a  las  tropas  kidin-
  nu, personal exento  de la milicia, bajo la protección sagrada de Anu

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