Page 282 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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C uarta tablilla
— ¡Héroe Erra! —volvió a repetir Ishum— . ¡No has temido el
nombre del príncipe Marduk! De Dimkurkurra, ciudad del rey de
los dioses, «Nudo de los países», tú has deshecho el nudo. Tú has
cambiado tu divinidad para hacerte semejante al hombre, te has
revestido con tus armas y has entrado en la ciudad. Dentro de
Babilonia, como quien ha conquistado la ciudad, has hablado en
calidad de señor. Los babilonios, que como las cañas de los caña
verales, no tienen vigilante, se han sumado a ti en su totalidad.
Quien desconocía las armas tiene su espada desenvainada, quien des
conocía el dardo, tiene su arco en acción, quien desconocía el com
bate entra en batalla, quien no sabía correr, vuela como un pájaro.
¡El débil aventaja al poderoso! ¡El lisiado supera al de pies veloces!
Contra el gobernador, proveedor de la ciudad santa, ellos van pro
firiendo grandes insolencias. Sus propias manos han obstruido la
gran puerta de Babilonia y el canal de su abundancia. Les han pega- ■
do fuego a los templos de Babilonia, como haría aquél que saquea
se el país. Tú, cual heraldo, habías tomado la iniciativa. Con una :
flecha golpeaste el muro interior, el Imgur-Enlil, tan fuerte que ;
gimió: «¡Ay de mi corazón!» El nicho del dios Muhra, que custo- ]
dia su gran puerta, lo hundiste en medio de la sangre de los jóvenes 5
y de las muchachas. Después, a los habitantes de Babilonia — ellos
eran el pájaro y tú el reclamo— con la red los amontonaste, cap- -
turaste y destruiste, héroe Erra. Luego, abandonaste la ciudad y \
saliste afuera. Tomaste el aspecto de un león y entraste en el palá-’3
cio. A tu vista, los soldados tomaron sus armas y el corazón del^!
gobernador, vengándose de Babilonia como un traidor, se enfure-:^
ció. Como para ir a saquear al enemigo, pone en marcha a sus sol- i
dados e incita al mal al capitán de su ejército diciéndole: «A esa
ciudad adonde te envío, tú, valiente, no temas a ningún dios, no ,
temas en absoluto a nadie. Da muerte a pequeños y mayores, indis-
tintamente, no perdones a ninguno de los niños, sean lactantes o \
criaturas. Te llevarás como botín las riquezas acumuladas de Babi- j
lonia.» El ejército del rey se congregó y entró en la ciudad. Fia- í
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