Page 286 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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de  la  abundancia!  ¡Quiero  hacer  temblar  el  Irkallu,  el  Mundo  Infe­
        rior, y  también  que  vacilen  los  cielos!  ¡Quiero  hacer  caer  la  luz  dél
        astro  Shulpaea  y  volver  ineficaces  las  estrellas  de  los  cielos!  ¡Quiero
        romper la  raíz  de  los  árboles  para  que  sus  frutos  no  crezcan!  ¡Des­
        truiré la base del muro para que se caiga su cima!  ¡Quiero ir a la sede
        del rey  de  los  dioses para  que  su  consejo  sea ineficaz!»   .·
          El  héroe  Erra  escuchaba  sin  interrumpir las palabras  de  Ishum;
        El discurso que Ishum había pronunciado le agradó, a pesar de todo,
        como  aceite  de  la  mejor  calidad.  Como  respuesta,  así  le  habló  el
        héroe  Erra:
          — Que  el  País  del  mar  contra  el  País  del  mar,  subarteo  contra
        subarteo, asirio contra asirio, elamita contra elamita, cassita contra cas4
        sita, suteo  contra  suteo,  guteo  contra  guteo,  lullubeo  contra  lullu-
        beo, país contra país, ciudad contra ciudad, tribu contra tribu, hombre
        contra  hombre  y  hermano  contra  hermano  no  deben  perdonarse;
        Que  todos,  sin  excepción,  se  maten  unos  a  otros  y  que  después
       Akkad, resurgiendo, los  abata  a  todos  y  a  todos los  domine.
          Dicho  aquello,  Erra  se  detuvo  unos  momentos  para  finalizar
        diciendo:
          — Ve, Ishum. Realiza  a  tu  gusto  todo  lo  que  tú  has  deseado.
          Ishum se  dirigió  hacia la  montaña  Hihi y  tras  él  se  apremiare»
       los  Sebitti, héroes  sin igual. El  héroe  Erra llegó  también a la  mon­
        taña  Hihi. Arribado  a  ella,  levantó  su  mano  y  la  destruyó,  redujó
        aquella  montaña  a  ras  del  suelo.  Del  bosque  de  hashur  cortó  por
        todas  partes  sus  cedros.  Se  dijo  que  Hanish,  uno  de  los  heraldos
        del  dios Adad,  había  pasado  sobre  sus  matorrales.  Erra  puso  fiira;
        los lugares habitados  e hizo de ellos un desierto. Destruyó las mon­
        tañas, abatió  su  ganado, perturbó  mares  e  hizo  perecer  su  produc­
        to. Saqueó  cañaverales  y juncales y los  incendió  como  Girra. Mafc
        dijo  a  las  bestias y  se  convirtieron  en  arcilla.


           Quinta  tablilla

          Una  vez  que  Erra  se  hubo  calmado  y  vuelto  a  ocupar su  sede|
       en  Kutha,  todos  los  dioses  miraron  hacia  su  rostro.  Los  Igigi, 1°$


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