Page 288 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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pios  que  habían  sido  destruidos,  como  el  sol  al  alzarse, que  eleven
       así sus cimas!  ¡Que el Tigris y el Eufrates desborden aguas de abun­
       dancia!  ¡Como  proveedores  del Esagila y  de Babilonia, haz  que los
       gobernadores  de  todas  las  ciudades  lleven  sus  dones!


          Doxología final                                          '>


          Que  se  pronuncie  durante  innumerables  años  la  alabanza  del
       Gran  señor Nergal y de  su  héroe  Ishum. Que se diga que Erra, en,
       su  furor, mientras  se  disponía  a  aplastar  a  todos  los  países  y  a  des­
       truir a sus habitantes, su consejero Ishum, habiéndolo calmado, había
       podido  salvar algún  resto.
         Que  el  redactor de  sus  tablillas  fue  Kabti-ilani-Marduk, hijo  de
       Dabibu, y  que  el  dios  Ishum  le  había  revelado  el  poema  en  una
       visión  nocturna, y  que  cuando  por  la  mañana  realizó  su  recitado
       no  omitió  ninguna línea, ni  añadió  una  de  más.
         Oyéndolo, Erra  expresó  su  aprobación. También  le  fue  agrada­
       ble  a  Ishum, su  heraldo, y  todos  los  dioses, junto  con  él, lo  enco­
       miaron.
         Tras  aquellas  alabanzas, así  habló  el  héroe  Erra:
         — En el santuario del dios que se glorifique este canto, que se acu­
       mule la abundancia, pero  el dios  que lo  descuide  que  no  huela más
       el  incienso. Que  el rey que  exalte mi  nombre reine sobre  el univer­
      so,  que  el  príncipe  que  profiera  la  gloria  de  mi  heroísmo  no  tenga
       rival.  El  cantor  que  lo  cante  no  morirá  por  epidemia  alguna,  sino
       que  sus palabras serán  gratas  tanto  al príncipe  como  al  rey. El  escri­
      ba  que  lo  aprenda  de  memoria  escapará  del  país  enemigo  y  será
      honrado  en  su  propio  país. En  el  santuario  de  los  sabios,  donde  se
      haga  continua  mención  de  mi  nombre, yo  le  donaré  generosamen­
      te  la  sabiduría. En  toda  casa,  donde  esta  tablilla  esté  guardada,  aun­
      que  Erra  se  enfurezca  y  los  Sebitti  planeen  la  muerte, la  espada  de
      la  destrucción  no  se  le  acercará  sino  que  en  ella  habrá  seguridad.
      Que  este  canto  subsista  siempre  y  que  perviva  eternamente.  ¡Que
      todas las  tierras lo  oigan y celebren  así mi heroísmo!  ¡Que los habi­
      tantes  de  todos  los lugares lo  conozcan y  glorifiquen  mi  nombre!


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