Page 295 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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sa Ereshkigal, la cual se enfureció ante tamaña descortesía manifes
tada a su visir. Su reacción no se hizo esperar, gritando con chilli
dos que el culpable sería castigado adecuadamente.
Nergal, en el cielo, intuyendo mientras tanto las consecuencias
de su falta de tacto, se fue a aconsejar ante el dios Ea, a quien le
manifestó todo lo ocurrido.
Ea, oída su explicación, le contestó a Nergal:
— Cuando Namtar llegó al cielo, subiendo por la larga escalera,
todos lo dioses, en un mismo gesto y al mismo tiempo, se inclina
ron ante él, incluso los dioses supremos, señores de los destinos, por
que él, Namtar, poseía por delegación los poderes de Ereshkigal.
¿Por qué rehusaste hacer una inclinación ante ese enviado? Yo no
hacía otra cosa que guiñarte el ojo para que te dieras cuenta de la
situación, pero tú hacías algo que no comprendo: permanecías quie
to, con los ojos clavados en el suelo.
Nergal no dio ninguna explicación. Pero, temeroso, de las con
secuencias que le podían acarrear aquel descuido, no dudó en mani
festarle a Ea que acudiría ante la propia señora del Infierno a expli
carle su comportamiento y pedirle perdón. Al finalizar su exposición
le preguntó:
— ¿Qué me aconsejas hacer, Ea? ¿Cómo debo comportarme?
El príncipe Ea, el sabio de los dioses, le habló así, indicándole las
precauciones a tener en cuenta en su peligroso viaje al Más Allá.
— Nergal, viajero, si quieres hacer ese camino, ir a la mansión
de Irkalla, empuña ante todo tu espada. Penetra en el bosque de
los árboles mes y corta ramas de mes, de cedros blancos, de ene
bros. Corta también ramos de kanaktu y de simbirru.
Nada más oír estas palabras, Nergal tomó consigo su hacha y
desenvainó su machete. Penetró en el bosque de los árboles mes y
cortó ramas de los árboles que le había indicado Ea. Siguiendo las
explicaciones del dios fabricó un trono. En lugar de aplicarle pla
ta, él lo recubrió de yeso; en vez de incrustar cornalina, lo recu
brió con pequeñas piedras, en lugar de aplicarle oro, él lo abigarró
con leru y con kalguqqu. En lugar de incrustarle lapislázuli, le apli
có zaginduru.
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