Page 297 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Namtar se fue, pues, a examinar a Erra — nombre con el que
también era conocido el dios Nergal— desde detrás de la hoja de
la puerta. Al verle, el rostro de Namtar palideció, como una rama
de tamarisco cortada. Y, cual una caña kuninu machacada, sus labios
se ennegrecieron. Regresó y le dijo a su Señora:
— Señora, cuando me enviaste a la Casa de tu padre, cuando
entré en el patio de Anu, todos los dioses, respetuosamente, se incli
naron ante mí. Todos ellos se inclinaron, excepto ése que se halla
ante la puerta. ¡Y ahora helo aquí que ha bajado al Infierno!
Ereshkigal abrió la boca y le dijo a Namtar:
— Namtar mío, sin ambicionar el poder soberano, tú habrías de
haber subido a mi trono real y gobernar la vasta Tierra infernal. Y
yo, yo hubiese hecho mejor en trepar, en vez de ti, al cielo junto
a mi padre para tomar parte en el banquete que él ofrecía y beber
la cerveza que presentaba.
Sin más consideraciones, Ereshkigal le conminó a su visir:
— ¡Ve, pues! ¡Introduce a ese dios ante mi presencia!
El visir hizo pasar a Nergal la primera puerta, la del portero Petu;
luego la segunda, la de Kishar.Y la tercera, la de Endashurimma.
Después, la cuarta, la de Enuruulla.Y la quinta, de Endukuga, y la
sexta, de Endushuba. Finalmente, la séptima, la de Ennugigi. Ner
gal, al fin, entró en el amplio patio de Ereshkigal.
Se prosternó y besó el suelo ante ella, diciendo:
— Ha sido tu padre Anu quien me ha enviado a comparecer ante
ti. Así que toma tu lugar en el trono y júzgame, asistida por los gran
des dioses que residen en el Infierno.
Rápidamente, se le trajo un trono, pero rechazó sentarse en él.
Un panadero le trajo pan, pero rehusó comerlo; un carnicero le
trajo carne, pero no la consumió, un repostero le trajo cerveza,
pero no la bebió, se le presentó un pediluvio, pero rechazó mojar
sus pies en él.
Entonces Ereshkigal entró en la sala de baño, revestida de ropa
jes transparentes y le desveló su hermoso cuerpo. Pero él no demos
tró en absoluto su deseo como el que siente un hombre hacia una
mujer.
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