Page 305 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— Entra,  Señora. Tal  es  la  regla  impuesta  por  la  soberana  del
   Infierno.
      Cuando  le  hizo  cruzar  la  sexta  puerta,  se  le  quitaron  y  confis­
   caron  sus  anillos  de  manos  y pies.
      — ¿Por qué, portero, me has quitado mis anillos de manos y pies?
      —Entra, Señora.Tal es la regla impuesta por la soberana del Infierno.
      Cuando  le  hizo  cruzar la  séptima  puerta, se  le  quitó  y  confiscó
   el  mantón  principesco  que  le  cubría  el  cuerpo.
      — ¿Por qué, portero, me has  quitado  el mantón principesco  que
   cubría  mi  cuerpo?
      — Entra,  Señora. Tal  es  la  regla  impuesta  por  la  soberana  del
   Infierno.
      Tan  pronto  como  Ishtar,  llegada  así  a  lo  más  profundo  de  la
   Tierra sin regreso, se halló a la vista de Ereshkigal, ésta se puso furio­
   sa.  Ishtar, sin  pararse  a  reflexionar,  se  lanzó  sobre  ella.  Pero  Eresh­
   kigal  abrió  la  boca  y  dijo  estas  palabras  a  Namtar, su  visis:
      — Ve,  Namtar:  ¡Enciérrala  en  mi  palacio!  Suelta  sobre  ella  las
   Sesenta  enfermedades. Las  dolencias  de  los  ojos  sobre  sus  ojos.  Las
   de los brazos sobre sus brazos. Las de los pies sobre  sus pies. Las  de
   las  entrañas  sobre  sus  entrañas.  Las  de  la  cabeza  sobre  su  cabeza.
   ¡Suéltalas  todas  sobre  la  totalidad  de  su  cuerpo!
      Una  vez  que  Ishtar  fue  retenida  así  en  el  Infierno, he  aquí  que
   ningún toro  montó  a ninguna vaca, ningún asno fecundó  a ningu­
   na burra, ningún  hombre  dejó  encinta  a  ninguna mujer. Cada  uno
   dormía  solo  en  su  cámara  y  cada  uno  se  iba  a  dormir  aparte. Por
   ello, Papsukkal, el visir de los grandes  dioses, preocupado  e inquie­
   to, vestido  de  luto  y  con largo  cabello, acudió, desamparado, a  llo­
   rar ante Sin, el padre de Ishtar. Asimismo, también derramó sus lágri­
   mas  ante  Ea, el  soberano. A  éste  le  dijo:
      — Ishtar,  que  ha  descendido  al  Infierno,  todavía  no  ha  regre­
   sado. Y   desde  que  ella  ha  partido  a  la Tierra  sin  regreso  he  aquí
   que  la  reproducción  de  bestias,  animales  y  humanos  se  ha  dete­
   nido.
      Ea  sabía  que  la  estancia  de  Ishtar en la Tierra  sin  regreso  moti­
   varía  ciertos  problemas, entre  ellos, la recesión total de las  activida-



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