Page 306 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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des sexuales, al no poder ejercer la diosa su influencia sobre los
instintos de la procreación. N o en balde Ishtar era la diosa del
amor. Por ello, Ea, en su profunda inteligencia, tuvo una idea: creó
a Asushunamir, un invertido, y le dijo: :·■
— ¡Rápido, Asushunamir! Dirige tus pasos hacia la puerta de la
Tierra sin regreso. Las siete puertas de aquel país se abrirán para ti.
Al verte Ereshkigal quedará regocijada. Tan pronto como su cora
zón jovial y su espíritu estén de buen humor, obtén de ella un
juramento por los grandes dioses. Después, anímate y dirige tu aten
ción al Odre. ¡En él se halla el Agua de la Vida!
— «Señora — le dirás— , que se me conceda beber de ese
Odre.»
En cuanto Ereshkigal oyó aquello, a causa del despecho, se gol
peó los muslos; también se mordió los dedos debido a la rabia:
— Me has pedido — dijo ella— una cosa prohibida. Ven, voy a
lanzar sobre ti, Asushunamir, una gran maldición y asignarte para
siempre un penoso destino. Para siempre tu pitanza será el residuo
de las cloacas y tu bebida la que obtengas de los desaguaderos dé
la ciudad. Tú habitarás tan sólo las cavidades de las murallas y no
residirás nada más que en los umbrales de las puertas. Borrachos y
sedientos te abofetearán a su agrado.
A continuación Ereshkigal se dirigió a Namtar, su visir:
— Haz abrir, Namtar, la puerta del Egalgina, el Palacio de justi
cia. Esparce en el umbral conchas apotropaicas y convoca a los
Anunnaki para hacerlos sentar en sus tronos de oro. Después rocía
a Ishtar con el Agua de la Vida y aléjala de mi presencia.
Namtar se marchó para que abrieran la puerta del EgalginaT
luego esparció conchas apotropaicas y después de haber convocad
do a los Anunnaki los hizo sentar en sus tronos de oro. Rociada
Ishtar con el Agua de la Vida, fue alejada de la presencia de Eresh
kigal.
Cuando se le hizo cruzar la primera puerta, se le restituyó el
manto principesco que le cubría el cuerpo. Cuando se le hizo cru
zar la segunda puerta, se le restituyeron sus anillos de manos y pies.
Cuando se le hizo cruzar la tercera puerta, se le restituyó el cintu-
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