Page 328 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Tras tocarse con sumo cuidado y lucir su esplendorosa tiara, con­
       feccionada  con  las  más  exquisitas  perlas  y  el  oro  más  fino,  el  dios
       Marduk  habló  así:
         — Yo  soy  Marduk,  el  Gran  señor,  el  vigilante,  el  centinela,  el
       que recorre incansablemente las montañas, el que acecha, el que está
       sobre  aviso,  el  que  pisotea  el  país,  el  que  recorre  todas  las  tierras
       de  Este  a  Oeste,  ¡ése  soy yo!
         A  continuación, bajando  algo  el  tono  de  su  poderosa  voz, con­
       tinuó  hablando  a  los  siete  dioses:
         — Di  órdenes  y fui  al  país  de  Hatti. Puse  a los  hititas  a prueba.
       Allí instalé  el trono de  mi omnipotencia. Permanecí en aquella tie­
       rra  24  años  y  tracé  los  caminos  de  las  gentes  de  Babilonia.  Hice
       que los bienes y las riquezas  de los hititas se  encaminaran  a  Sippar,
       Nippur y Babilonia, mi  querida  ciudad.
         — Un  rey  de  Babilonia  — continuó  diciendo—   se  apareció  y
       me  tomó  de  la  mano  con  ocasión  de  las  fiestas  del Año  Nuevo.
       Las calles anchas de Babilonia estaban seguras. La tiara de  mi omni­
       potencia y  mi  estatua  estaban  correctamente  vigiladas. El agua y la
       lluvia  eran  abundantes. La  riqueza  también. Mi  cuerpo  se  alberga-1
       ba  en  la  estatua, coronada  con  mi  sacrosanta  tiara.
         — Volví  a Babilonia y dije: «¡Traedme  vuestros  tributos, oh país,
       a  la  misma  Babilonia!»
         Luego me  dirigí a Baltil, el dios de los asirios. Baltil estaba bien.
       Me  introduje  en  su  templo. Hice  que  resplandecieran  sus  templos,
       como  piedras  preciosas.  Los  presentes  eran  abundantes.  Cada  día,,
       cada  mes, cada año, yo bendecía al rey asirio. Ceñí  el talle  del pue-~
       blo  de  Enlil  con  él y le  doté  de  alas  como  a  los  pájaros.  Colmó  a.
       todos  los  países.  Los  presentes  fueron  abundantes  y  bendije  a AsÜ
       ria.  Le  ofrecí  la Tablilla  de  los  Destinos  y  le  di  mi  firme  aproba--
       ción.
         — Volví a Babilonia y dije: «¡Traedme vuestros tributos, oh país,
       a  la  misma  Babilonia!»
         — Yo  soy  Marduk,  el  Gran  señor.  ¡El  dueño  de  los  destinos  y;
       de  las  decisiones  soy yo!  ¿Quién  ha  realizado  un  viaje  como  éste?*
       He  vuelto  del  país  adonde  había  ido.



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