Page 101 - El nuevo zar
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camino de empeorar. «Aquí hay que empezar desde Adán y Eva», dijo el
economista principal del banco, Ernst-Moritz Lipp, unos meses después, al
explicar la escasez de experiencia en banca y finanzas. «En San Petersburgo,
como mucho hay diez personas que puedan generar un impacto real.»[32]
Putin devino en una de ellas, y la inversión pionera del Dresdner
recompensaría al banco y a Warnig de forma espectacular durante los años
siguientes. Al Dresdner lo siguieron el Deutsche Bank, la Banque Nationale
de Paris y el Crédit Lyonnais. La fábrica española de caramelos Chupa Chups
comenzó a producir chupachups en San Petersburgo en 1991. Otis Elevator
abrió una sucursal, anticipándose a la renovación de los edificios antiguos de
la ciudad. Procter & Gamble, que había invitado a Sobchak a sus oficinas
centrales en Estados Unidos el año anterior, abrió una oficina en la ciudad
casi enseguida después del golpe. Sobchak disfrutaba de su papel como padre
de la ciudad, pero era Putin, detrás de escena, quien negociaba los acuerdos
con los extranjeros y revisaba los detalles. «Vladímir Putin era la persona que
estaba ahí para implementar lo que Sobchak quería», dijo Kaj Hober, un
abogado sueco que trataba con él entonces. Hober pasó semanas negociando
la venta de uno de los emblemas de la ciudad, el Gran Hotel Europa: una
venta forzada por una onerosa liquidación de impuestos que, muchos creen,
estaba destinada a allanar el camino para otro propietario favorecido. Hober
lo describió como un negociador obstinado que no «cedía muchos
milímetros» en sus conversaciones. «En ese tiempo parecía, en efecto, estar
haciendo lo que se suponía debía hacer: es decir, representar los intereses de
San Petersburgo.»[33]
La política macroeconómica —el debate sobre la «terapia de choque»
para hacer revivir la economía rusa— era terreno de Boris Yeltsin y sus
ministros en Moscú, pero Sobchak quería hacer que su ciudad fuera una de las
más receptivas para los inversores extranjeros en todo el país. El comité de
Putin supervisó la instalación del cable de fibra óptica a Dinamarca, un
proyecto iniciado en tiempos soviéticos que le dio a la ciudad sus primeras
conexiones telefónicas modernas internacionales. Más adelante, el comité
abriría zonas industriales para fábricas extranjeras, incluidas Heineken, Pepsi,
Coca-Cola, Ford y Wrigley. Sobchak había reabierto, con la ayuda de Putin, la
«ventana a Occidente» que Pedro el Grande había imaginado para su capital.
El alcalde viajaba con regularidad al exterior, con frecuencia dos veces al mes
o más, atendiendo su reputación internacional tanto como su empleo.