Page 105 - El nuevo zar
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realizar un referéndum constitucional en abril y se eligiera uno nuevo. Los
diputados respondieron votando por su juicio político. Yeltsin sobrevivió al
voto, pero fue forzado a recular. Ganó con lo justo un referéndum nacional
sobre su liderazgo, pero el voto no hizo nada por resolver las luchas legales y
políticas subyacentes por el poder. Hacia septiembre, Yeltsin despidió a su
vicepresidente, Aleksandr Rutskói, a quien ahora veía como un rival, pero los
diputados se negaron a aceptar su decisión. Entonces volvió a nombrar para el
cargo a Yegor Gaidar, el padre de las reformas políticas económicas que
habían enfurecido y empobrecido a tantos rusos, pero ese nombramiento
también fue ignorado. El insostenible equilibrio de poder entre el poder
ejecutivo y el legislativo en la nueva Rusia —entre un sistema presidencialista
y uno parlamentario— había llegado a un momento de crisis y, el 21 de
septiembre, Yeltsin actuó al fin, decisiva, enérgica e ilegalmente.
Abolió el Sóviet Supremo y el Congreso de los Diputados del Pueblo, en
el que alguna vez había ejercido funciones, y programó un referéndum
respecto de una nueva Constitución que crearía un nuevo Parlamento con la
Duma Estatal, y una nueva cámara alta, el Consejo de la Federación, que
representaría a las ochenta y nueve provincias y repúblicas que Rusia tenía en
ese momento. Las elecciones se celebrarían en diciembre. Incluso Yeltsin
lamentaba que su presidencia —fue el primer líder elegido democráticamente
en la historia de Rusia— hubiese recurrido a un decreto.[42] Una mayoría de
los diputados de entonces se reunió para desacatar el decreto, proclamó
presidente a Rutskói y despidió a los ministros de Defensa, Seguridad e
Interior de Yeltsin. Cuando votaron para celebrar elecciones simultáneas para
presidente y Parlamento en marzo de 1994, Yeltsin cortó la electricidad, el
servicio telefónico y el agua caliente a la Casa Blanca, mientras se
organizaban protestas públicas y los legisladores se preparaban para un
asedio. Cuatro días más tarde, acordonó el edificio y desplegó tropas del
Ministerio del Interior en derredor.
En San Petersburgo, Sobchak tomó partido decididamente por Yeltsin y en
su comparecencia pública pidió a los habitantes de la ciudad que evitaran
participar en manifestaciones o huelgas, pero su vicealcalde, Viacheslav
Shcherbakov, tomó el bando de los parlamentarios rebeldes y apareció en la
televisión para denunciar los decretos de Yeltsin como «antirrusos y
anticonstitucionales». Sobchak lo despidió enseguida y cerró su oficina en
Smolni. Algunos manifestantes se concentraron fuera del Palacio Mariinski,