Page 114 - El nuevo zar
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Internacional seleccionó a Atenas como sede para 2004, habiendo descartado
               la  candidatura  de  San  Petersburgo  —preparada  a  la  ligera  con  la  ayuda  de
               Putin— antes de que llegara incluso a la fase final de evaluación. El orgullo
               desmedido de Sobchak no le permitió ver la característica fundamental de la

               democracia  que  tan  elocuentemente  había  promovido:  las  personas  tienen
               voto.  En  1996,  Sobchak  se  postuló  para  la  reelección  y,  para  Putin,  el

               resultado representó una traición profunda, personal.





               Sobchak pensó que su campaña de reelección sería simple: les recordaría a los

               votantes su liderazgo heroico durante las crisis de 1991 y 1993, los Juegos de
               la  Buena  Voluntad  y  la  candidatura  a  los  Juegos  Olímpicos  para  2004,  los
               nuevos  negocios,  los  bancos,  la  inversión  extranjera,  y  sus  reuniones  con

               líderes extranjeros, incluido, en el punto cumbre de la campaña, el presidente
               Bill Clinton. Sobchak se proclamó un demócrata y estadista que impedía el
               camino a los revanchistas que deseaban volver a convertir San Petersburgo en

               Leningrado.  En  realidad,  los  comunistas  representaban  la  menor  de  las
               preocupaciones.  Su  elección  no  fue  una  puesta  a  prueba  de  ideologías  en
               pugna, sino un referéndum sobre su alcaldía, y no vio que la mayor amenaza

               venía de dentro.

                    Para  que  coincidiera  con  las  elecciones  presidenciales  nacionales,  la
               Asamblea Legislativa de la ciudad estableció la fecha de la votación para el
               16  de  junio  y  cambió  el  nombre  del  cargo,  que  pasó  de  «alcalde»  a

               «gobernador», como había sido antes, cuando el líder de la ciudad cumplía su
               papel al gusto de los zares. Los carteles de campaña de Sobchak lo mostraban

               sentado  detrás  de  su  escritorio,  con  el  simple  eslogan  «De  alcalde  a
               gobernador», como si fuera una transición inevitable. Incluso él pensaba que
               el  póster  era  insípido.  «Mi  oficina  de  campaña,  desafortunadamente,  fue

               mucho menos eficaz y eficiente.»[10] Para entonces, Sobchak tenía menos fe
               en la astucia política de su vicealcalde y lo puso a administrar los asuntos de
               la ciudad, pero hasta Putin percibía que el instinto político de Sobchak y su

               don de oratoria ya no bastarían para asegurar la victoria. En las elecciones
               parlamentarias  de  diciembre  de  1995,  le  fue  mal  al  partido  que  Sobchak
               respaldó, incluso en San Petersburgo. Sobchak también subestimó su pérdida

               de  apoyo  en  Moscú,  donde  sus  ambiciones  políticas  eran  vistas  como  una
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