Page 130 - El nuevo zar
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Chernomirdin, anunció un nuevo gabinete y nombró a Alekséi Bolshakov, un
               antiguo  legislador  de  San  Petersburgo  que  había  estado  a  cargo  de  las
               relaciones con las antiguas repúblicas soviéticas, como principal vice primer
               ministro.  Bolshakov  una  vez  había  prestado  servicios  en  el  concejo  de  la

               ciudad de San Petersburgo, pero fue forzado a dimitir tras el golpe de Estado
               de  agosto  de  1991  y  «había  acabado  casi  en  la  calle».[13] Había  sido  dos

               veces candidato perdedor para el Congreso de los Diputados y luego la Duma,
               pero después pasó a estar a cargo de una oscura compañía con planes para
               construir un tren de alta velocidad a Moscú que nunca se materializó, pese a
               obtener  una  suma  de  millones  de  dólares  en  préstamos.[14]  Cuando

               inesperadamente resurgió en la Administración de Yeltsin, Putin lo trató con
               obsequiosa  formalidad  durante  sus  visitas  de  trabajo  a  San  Petersburgo.

               «Nunca lo hice esperar en la recepción —dijo Putin—. Siempre interrumpía
               lo que estuviera haciendo, despachaba a quienes estuvieran conmigo, salía a
               la  recepción  yo  mismo,  y  decía:  “Alekséi  Alekséievich,  por  aquí”.  Nunca

               fuimos cercanos, pero quizás me recordaba.»[15]

                    En  la  intriga  palaciega  disparada  por  la  debilidad  de  Yeltsin,  todos
               competían  para  ampliar  su  influencia  nombrando  subalternos  de  confianza.
               Fue  Kudrin  quien  convenció  a  Bolshakov  para  considerar  a  Putin  para  el

               trabajo. Al principio, Bolshakov estuvo de acuerdo en nombrar a Putin para el
               Directorio  de  Enlace  Público,  con  lo  que  lo  convertía  efectivamente  en  un

               portavoz.  Aunque  a  Putin  no  lo  entusiasmaba  la  idea  de  trabajar  con  el
               público,  aceptó.  Viajó  a  Moscú  a  fines  de  agosto  y  durmió  en  el  sofá  de
               Kudrin.[16] En el camino de regreso al aeropuerto al día siguiente, Kudrin
               llamó  a  Bolshakov  otra  vez,  pero  ahora  este  había  cambiado  de  opinión.

               Bolshakov le pidió a Putin que se quedara un poco más en Moscú, y al día
               siguiente  le  organizó  una  reunión  con  un  burócrata  extravagante  llamado

               Pável Borodín, que sería el hombre que lo introduciría en el funcionamiento
               interno del Kremlin.[17]

                    Borodín era un político jovial de Siberia que administraba el Directorio

               Presidencial  de  Administración  de  Propiedades.  Desde  ese  puesto,  cuidaba
               cientos  de  edificios  y  terrenos,  palacios,  dachas,  flotas  de  aviones  y  yates,
               hospitales, balnearios y hoteles, arte y antigüedades, y montones de fábricas
               estatales y empresas que lo incluían todo, desde casas funerarias hasta minas

               de diamantes en el Ártico. Según la estimación de Borodín en ese entonces —
               y solo podía tratarse de una suposición—, el valor de los activos del Kremlin
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