Page 184 - El nuevo zar
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retiro de Basáiev a Chechenia.





               Menos de una semana más tarde, durante la noche del 4 de septiembre, una

               enorme explosión demolió un edificio de cinco pisos en Buinaksk, a unos 64
               kilómetros al sur de la capital de Daguestán. El edificio albergaba a soldados
               rusos y sus familias, muchos de los cuales se habían acomodado frente a sus
               televisores  para  ver  un  partido  de  fútbol  entre  Ucrania  y  Francia.  La

               explosión,  posiblemente  por  un  coche  bomba,  mató  a  sesenta  y  cuatro
               personas.  Al  día  siguiente,  militantes  chechenos  nuevamente  cruzaron  a

               Daguestán,  esta  vez  cerca  de  Jasaviurt,  la  ciudad  donde  tres  años  antes  se
               habían  firmado  los  acuerdos  de  paz  que  pusieron  fin  a  la  primera  guerra.
               Yeltsin  explotó  de  furia  en  la  reunión  del  6  de  septiembre  del  Consejo  de

               Seguridad. «¿Cómo es que perdimos todo un distrito en Daguestán? —tronó
               el  presidente—.  Esto  solo  puede  explicarse  como  un  descuido  del
               ejército.»[6] Yeltsin había dado autoridad de gran alcance a su nuevo primer

               ministro y, luego de un éxito inicial, el desastre estalló de todos modos. Las
               predicciones sobre un pronto deceso de Putin parecían proféticas.

                    Entonces, el 9 de  septiembre,  la  carnicería  del  Cáucaso  llegó  a  Moscú.

               Poco después de medianoche, una explosión arrasó el centro de un complejo
               de apartamentos de nueve pisos en el número 19 de la calle Gurianova, no
               lejos  de  un  ancho  recodo  del  río  Moscú.  La  fuerza  de  la  explosión,
               equivalente  a  cientos  de  kilos  de  TNT,  partió  en  dos  el  ancho  edificio

               rectangular,  como  si  hubiese  sido  cortado  por  un  hacha  gigante.  Quienes
               dormían dentro quedaron aplastados por una pila de escombros ardientes. Al

               principio los investigadores pensaron que la causa podía haber sido un escape
               de gas, pero al día siguiente los funcionarios comenzaron a sospechar un acto
               de  terrorismo,  el  peor  hasta  el  momento  en  la  capital  rusa.  Una  llamada

               anónima a la agencia de noticias Interfax informó de que las explosiones en
               Moscú y Buinaksk habían sido actos deliberados en represalia por los ataques
               rusos en Chechenia y Daguestán. La misma persona u otra, con «un acento

               del  Cáucaso  norte»,  había  llamado  para  advertir  a  la  oficina  de  Deutsche
               Welle en Moscú días antes de la explosión de que iba a haber tres explosiones
               en  la  ciudad  para  castigar  a  Rusia.  «Si  se  confirma  que  este  es  un  acto

               terrorista, y todo conduce a eso, vamos a tener que reconocer que el eco de la
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