Page 186 - El nuevo zar
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Putin había dudado luego del primer ataque y por poco no había llamado a la
explosión «un ataque terrorista». Ahora reaccionó con enfado, diciendo que
era imposible imaginar que ambas explosiones pudiesen ser accidentes. «Los
responsables no pueden ser llamados humanos —dijo—. Ni siquiera se los
puede llamar bestias.»[10] Interrumpió su primera visita internacional como
primer ministro y regresó a Moscú. Quiénes eran las bestias, sin embargo, no
estaba para nada claro. Se informó que los extremistas daguestaníes se habían
adjudicado la responsabilidad por la explosión en Buinaksk, pero los líderes
chechenos, incluido Shamil Basáiev, cuyos combatientes aún se encontraban
en Daguestán, negaron su participación en las explosiones de Moscú, incluso
cuando Basáiev reiteró su promesa de constituir un Estado islámico en la
sección sur de Rusia.[11] Un líder comunista de línea dura, Víktor Ilyujin,
dijo a ITAR-TASS que el primer ataque no estaba vinculado con el Cáucaso,
sino con los feudos políticos entre los partidarios de Yeltsin y el alcalde
Luzhkov. Las explosiones, dijo, fueron el pretexto para cancelar las
elecciones parlamentarias programadas para diciembre. «Se está avivando la
histeria política artificialmente», dijo.[12] Aleksandr Lébed, ahora
gobernador de Krasnoyarsk, dijo al periódico francés Le Figaro que los
chechenos tenían poco que ganar de esos ataques, no así Yeltsin y su
«familia». «Se debía establecer un objetivo, crear un terror generalizado, una
desestabilización que les permitiera en el momento necesario decir: “No
deben ir a los recintos electorales si no quieren arriesgarse a volar en pedazos
junto con las urnas”», dijo Lébed.[13]
El pánico en Moscú condujo a controles fronterizos y redadas que
arrestaron a cientos de personas solo por su aspecto propio del Cáucaso. Los
ciudadanos montaron sus propias patrullas. La policía descubrió setenta y seis
sacos con explosivos en un cobertizo de un edificio en el distrito de Kapotnia.
Los sacos, etiquetados como azúcar por una fábrica en Karacháyevo-
Cherkesia en el Cáucaso, contenían suficiente material para destruir varios
edificios de pisos más.[14] El descubrimiento puso fin a las explosiones en
Moscú, pero el 16 de septiembre ocurrió la cuarta explosión de un edificio de
apartamentos, esta vez en la ciudad meridional de Volgodonsk, a cientos de
kilómetros tanto de Moscú como de Chechenia. El ataque se diferenciaba de
los otros solo en los detalles. La explosión sucedió al amanecer, cuando la
mayoría de las personas dormía. Los explosivos estaban cargados en un
camión aparcado fuera del edificio, en lugar de estar ocultos dentro, lo cual