Page 193 - El nuevo zar
P. 193
Vladímir Putin había sido casi un desconocido para los rusos cuando Yeltsin
lo nombró su primer ministro. Ahora, si bien no había llegado a tener tiempo
de articular ninguna política o programa, sus acciones en Chechenia
comenzaron inesperadamente a elevar su índice de aceptación en las
encuestas. En agosto, al momento de su designación, un mero 2 % de los
encuestados lo prefería como un posible candidato presidencial; en octubre, el
27 % lo prefería, solo un punto por detrás de Primakov. Yeltsin mantuvo su
promesa a Putin acerca de las elecciones parlamentarias: no tenía que
preocuparse de eso. Los estrategas políticos de Yeltsin crearon un nuevo
partido, llamado Unidad. Igual que Putin, el partido no tenía una plataforma o
ideología discernible, sino que se conformaba como un frente patriótico y
adoptaba el oso como su símbolo, una idea que Boris Berezovski dijo que le
había surgido en un sueño febril mientras estaba internado con hepatitis.[26]
Unidad parecía tener pocas probabilidades de ganar. Para fines de octubre
apenas aparecía en las encuestas, muy por detrás de los liberales de Yábloko,
de los comunistas y de los favoritos, Patria-Toda Rusia, la alianza entre
Luzhkov y Primakov. Lo que sí tenía Unidad era todos los recursos del
Kremlin y de los oligarcas que invirtieron dinero en la campaña. Incluso
Berezovski, que se sentía cada vez más alejado de Yeltsin, utilizó su cadena
de televisión para atacar salvajemente a Luzhkov y Primakov, a quienes
odiaba, y para glorificar el rol de Putin como comandante en jefe de facto.
Berezovski dio un programa de televisión en horario de máxima audiencia a
un presentador extravagante, Serguéi Dorenko, que semana tras semana
acusaba a Luzhkov de corrupción, hipocresía e incluso asesinato.[27] Las
acusaciones eran extremas hasta la difamación, pero fueron
extraordinariamente eficaces.
Dada la paranoia de Yeltsin respecto de las disputas políticas, la
popularidad en aumento de Putin provocó una nueva ola de rumores acerca de
su inminente despido. Esos rumores cobraron nuevo impulso en noviembre,
cuando Putin afirmó su intención de presentarse para presidente en 2000. La
gente dio por sentado que Yeltsin lo despediría, como había despedido a
Primakov, sin saber que el presidente ya mayor había invertido sus esperanzas
para su legado —y seguridad personal— en este joven primer ministro. Para
fines de 1999, los problemas físicos y legales de Yeltsin lo habían debilitado
más que nunca. Yuri Skurátov, que aún combatía su suspensión como fiscal