Page 245 - El nuevo zar
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estadounidenses en Asia Central.





               Putin esperaba algo por su aquiescencia a un orden pos Guerra Fría. Invirtió

               mucho en desarrollar una relación personal con Bush. Ya era el primer líder
               ruso  o  soviético  desde  Lenin  en  hablar  una  lengua  extranjera,  tomaba
               lecciones  de  inglés  una  hora  al  día,  en  las  que  aprendía  la  lengua  de  la
               diplomacia y el comercio estadounidense, y utilizó su rudimentaria habilidad

               para hablar en privado con Bush y romper el hielo. En Eslovenia, durante un
               paseo por el jardín, subrayó los puntos en común entre los dos. «Veo que tus

               hijas llevan el nombre de tu madre y tu suegra.» Cuando Bush contestó: «¿No
               soy un buen diplomático?», Putin rio y dijo: «¡Yo hice lo mismo!».[24] En
               privado,  sentía  que  podía  ser  franco  con  Bush  acerca  de  sus  diferencias  y

               hacer que Bush entendiera las dificultades que Rusia —él— afrontaba en la
               transición desde las ruinas soviéticas. Buscó algún tipo de reconciliación con
               Estados Unidos, incluso con la OTAN.

                    Cuando volvió a encontrarse con Bush en los márgenes de la cumbre del

               Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Shanghái en octubre, Putin
               propuso  algunos  cambios  en  el  Tratado  sobre  Misiles  Antibalísticos  que

               permitirían algunas pruebas del sistema de defensa de misiles estadounidense
               que  Bush  ambicionaba,  pero  mantendrían  las  principales  disposiciones  del
               tratado durante otro año o dos. Consideraba que el tratado era crítico para la
               defensa estratégica de Rusia, y un retraso les daría a sus científicos tiempo

               para desarrollar nuevas armas que contrarrestaran el sistema estadounidense.
               También  presionó  a  Bush  para  que  aceptara  reducir  la  cantidad  de  armas

               nucleares que tenía cada país, un paso esencial para Putin en la reducción de
               los  costes  de  sostener  la  fuerza  militar  rusa.  Consideraba  que  su  propuesta
               constituía  una  negociación  sensata,  y  Bush  prometió  considerarla,  pero  su

               Administración  estaba  algo  enardecida  tras  la  invasión  de  Afganistán.  El
               Pentágono se plantó, oponiéndose a la propuesta de Putin de que Rusia fuese
               notificada  por  adelantado  sobre  todas  y  cada  una  de  las  pruebas  y  se  le

               permitiese  supervisar  el  progreso  de  un  sistema  de  defensa  que,  en  última
               instancia, podía invalidar la posición de Rusia como superpotencia nuclear.
               Cuando  Putin  llegó  a  Washington  en  noviembre  para  su  primera  visita  a

               Estados Unidos como presidente, aún imaginaba que era posible una amplia
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