Page 250 - El nuevo zar
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pudo ver los defectos de la estrategia que había lanzado y los funcionarios de
seguridad que él había contratado para llevarla a cabo.
El 19 de agosto, un helicóptero Mi-26 se aproximó a la principal base
militar rusa en Chechenia, el extenso campo de aviación en Jankalá, apenas
fuera de Grozni. El helicóptero, el más grande del mundo, estaba diseñado
para llevar toneladas de equipamiento y ochenta pasajeros y tripulación, pero
en 1997 el Ministerio de Defensa había prohibido su uso para los pasajeros de
transbordo y lo restringía a cargamento. Ese día había ciento cuarenta y siete
personas a bordo, soldados y civiles, incluidas las esposas de varios oficiales
y al menos un chico joven, el hijo de una enfermera del ejército, que había
pedido sumarse al traslado. Al mismo tiempo que el helicóptero descendía, un
misil estalló contra su motor de estribor. El helicóptero aterrizó a 300 metros
de su plataforma de aterrizaje: justo en medio de un campo minado diseñado
para proteger el perímetro de la base. Cargado con combustible para su viaje
de retorno, se prendió en llamas. La mayoría de los pasajeros que
sobrevivieron al aterrizaje de emergencia quedaron atrapados dentro de la
cabina incendiada; los que lograron salir tropezaron con minas al huir. Las
fuerzas militares, por reflejo, mintieron acerca de la causa y las víctimas, que
finalmente llegaron a ciento veintisiete, incluido el niño y su madre. Fue el
peor siniestro de helicóptero de la historia, y la mayor pérdida individual de
vidas durante la guerra, una catástrofe militar más letal que la del Kursk.
Putin, habiendo aprendido la dura lección política del Kursk, de inmediato
reconoció el accidente y prometió una investigación, a cargo de la cual estaría
Serguéi Ivanov. Ivanov voló al día siguiente a Jankalá y relevó al comandante
de la rama de aviación del ejército, el coronel general Vitali Pávlov, que
protestó diciendo que lo estaban utilizando como chivo expiatorio. Pávlov se
quejó del mantenimiento de la flota de helicópteros y dijo que la orden que
prohibía el tránsito de pasajeros se aplicaba a tiempos de paz, mientras que el
país se encontraba en guerra. «Si no hay combate, ¿por qué nuestros soldados
mueren a manos de las milicias?»[32]
La frustración de Putin respecto de sus comandantes se disparó. Dos días
después del accidente, se reunió frente a las cámaras de televisión con Serguéi
Ivanov en el salón vip de un aeropuerto en las afueras de Moscú. Aparte de
sus grandes discursos y conferencias de prensa, el cara a cara televisivo se
convirtió en el medio distintivo de Putin de comunicar, una puesta en escena
con guion en la que él era el líder incuestionado, que elogiaba, alentaba o