Page 251 - El nuevo zar
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exhortaba a sus subordinados, incluso a un amigo tan cercano como Ivanov.
               «¿Cómo pudo suceder que, a pesar de la orden del ministro de Defensa de
               prohibir el uso de helicópteros de este tipo para llevar personas, aun así las
               lleven?»,[33] pidió saber Putin.


                    «No  hay  justificación,  Vladímir  Vladímirovich»,  replicó  Ivanov,
               cumpliendo su papel en esa reprimenda pública. Dos semanas después, forzó
               al  general  Pávlov  a  presentar  su  renuncia  y  reprendió  a  otros  diecinueve

               comandantes, incluidos doce generales. Lo que Putin nunca consideró en el
               período subsiguiente al desastre fue incorporar algún cambio en la estrategia
               de la guerra.


                    Aunque ese año algunos intermediarios ya habían presentado propuestas
               para las negociaciones de paz, Putin continuó descartándolas. Lo único que
               aceptaba  de  los  rebeldes  chechenos  era  una  rendición  incondicional.  La

               respuesta  de  los  rebeldes  llegó  pronto  después  en  una  cinta  de  vídeo  que
               mostraba un misil portátil derribando el helicóptero. A pesar de los rumores
               de su muerte, el narrador era Aslán Masjádov, rodeado por hombres barbudos

               a los que se refería como «nuestros muyahidines». Aparecía sentado frente a
               la bandera verde de Chechenia, que ya no conservaba la imagen de un lobo, el
               símbolo de la lucha por la independencia durante más de una década. Había

               sido reemplazado por una espada y un verso del Corán.[34]






               «Vinimos a la capital de Rusia a detener la guerra», dijo un hombre joven,
               mientras hablaba con voz gruesa y lenta a la cámara, sentado con las piernas
               cruzadas  frente  a  un  portátil  abierto,  «o  para  morir  aquí  por  Alá».[35]  El
               hombre que hablaba era Movsar Baráyev, un combatiente rebelde, sobrino de

               uno  de  los  comandantes  más  feroces  de  Chechenia,  Arbi  Baráyev.  El
               comando militar de Rusia en el Cáucaso Norte había anunciado triunfalmente

               dos semanas antes que Movsar Baráyev había sido asesinado el 10 de octubre
               de 2002, sin mencionar el hecho de que su muerte ya había sido anunciada un
               año antes.[36] Ahora Baráyev estaba en Moscú, a apenas 50 kilómetros del
               Kremlin,  donde  Putin,  como  era  su  costumbre,  trabajaba  hasta  tarde  en  su

               oficina. Putin no se marcharía durante los siguientes tres días.[37]

                    Baráyev, a tres días de cumplir veintitrés años, era la cara pública de un
               «destacamento  especial»  de  combatientes,  veintidós  hombres  y  diecinueve
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