Page 246 - El nuevo zar
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negociación, pero cualquier esperanza al respecto se evaporó cuando se
reunió con Bush en la Casa Blanca.
«Dios mío, esto es precioso», soltó Putin al entrar en el Despacho Oval en
la mañana del 13 de noviembre, con la luz que se colaba a raudales a través de
las ventanas con orientación al sur. Bush, como sus asistentes, nunca dejaba
de sorprenderse con las aparentes contradicciones contenidas en «un exagente
del KGB de la atea Unión Soviética»,[25] y nunca pareció imaginar que
quizás un agente podía utilizarlas a su favor. Bush estaba seguro de que
superarían sus diferencias del pasado. La causa común que habían forjado por
los ataques del 11 de septiembre había dado frutos, pensaba, incluso en el
momento de ese encuentro: la noche anterior, los talibanes habían
abandonado la capital de Afganistán, Kabul, en una retirada desordenada.
«Esto tal vez se deshilache igual que un traje barato», le dijo Bush.
Condoleezza Rice, que habla ruso, no estaba segura de la traducción exacta,
pero dijo que Putin hizo un gruñido de aprobación.[26]
Al día siguiente, los Putin volaron al rancho de Bush en Crawford, Texas.
Los Bush los recibieron en medio de una lluvia torrencial, y Liudmila le
entregó a Laura Bush una única rosa amarilla, símbolo de la sabiduría de
Texas. Se quedaron en la casa de huéspedes del rancho, junto a la de los Bush,
y llegaron a la cena una hora antes, al olvidar el cambio horario desde
Washington. Cuando finalmente comenzó la cena, comieron carne asada y
escucharon al pianista Van Cliburn y a una banda de swing country, que tocó
canciones como Cotton-Eyed Joe. Liudmila llevaba un vestido de lentejuelas
rojas, blancas y azules; y, cuando Putin ofreció un brindis, sonó conmovido en
lo personal. «Nunca he estado en el hogar de otro líder mundial», dijo, y
agregó que Estados Unidos «tenía suerte de tener en una época tan crítica de
su historia a un hombre de ese carácter al timón».[27] La camaradería
campechana continuó cuando se reunieron con estudiantes en la Escuela
Secundaria de Crawford al día siguiente, después de lo cual Putin voló a
Nueva York y visitó las ruinas del World Trade Center, aún ardientes dos
meses después del ataque.
Luego, tres semanas más tarde, Bush llamó por teléfono a Putin en Moscú
y le informó de que abandonaba el Tratado sobre Misiles Antibalísticos a
pesar de las objeciones de Putin. La única concesión que Putin obtuvo de él
tras seis meses de negociaciones —y de cuatro reuniones entre los dos líderes
— fue la cortesía de recibir aviso con una semana de anticipación respecto del