Page 261 - El nuevo zar
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industriales, que supuestamente iba a dar otro magnate, Mijaíl Fridman, que
luego se negó. Leyó una presentación en PowerPoint con un título mordaz,
«Corrupción en Rusia: Una ruptura en el crecimiento económico».
Jodorkovski no parecía demasiado seguro. Se veía «extremadamente nervioso
y pálido», y su voz se quebraba por momentos, como si el peso de las
palabras le bloqueara la garganta.[4] Citó encuestas de opinión y estadísticas
del Gobierno que mostraban que la corrupción se extendía en el país y
representaba 30.000 millones de dólares al año, aproximadamente un cuarto
del presupuesto del Estado. Los rusos temían acudir a los tribunales por los
sobornos exigidos, dijo, mientras los estudiantes jóvenes se agolpaban en los
institutos que capacitaban a inspectores fiscales y empleados públicos —y
pagaban sobornos para obtener la admisión— pues una carrera en el Gobierno
era la forma más segura de enriquecerse de la misma manera. Putin
interrumpió diciendo que su condena de los empleados públicos era
demasiado indiscriminada, pero Jodorkovski continuó, esta vez enfocándose
en la abrumada compañía de petróleo del Estado, Rosneft, cuyo director
ejecutivo y cuyo presidente de directorio también estaban en la sala.
Cuestionó su compra de Northern Oil, una pequeña productora en el límite del
Ártico, por la suma impactante de 600 millones de dólares: un valor mucho
mayor al estimado por analistas y otras compañías, incluida la suya. Sugirió
que la sobrepaga equivalía a poco más que una comisión para los ejecutivos
de Rosneft, es decir, para funcionarios del Gobierno de Putin.
Jodorkovski había ido demasiado lejos. El temperamento de Putin estalló.
«Putin no estaba preparado para esa observación y, simplemente, explotó —
recordó más adelante su primer ministro, Mijaíl Kasiánov—. Y todo lo que
dijo… no fue una respuesta preparada, sino una reacción puramente
emocional.»[5] En un tono cortante, Putin replicó que Rosneft necesitaba
nuevas reservas como cualquier otra compañía. Y que, en cualquier caso,
Yukos tenía «reservas excesivas».
—¿Cómo las obtuvo? —preguntó enfáticamente. También observó que
Yukos había tenido problemas fiscales en su turbio pasado y había trabajado
con el Gobierno para resolverlos—. Pero ¿cómo se originaron, para empezar?
Quizás esa es la razón por la que hay cinco solicitudes para cada vacante en la
Academia Fiscal —dijo. Una sonrisa de suficiencia apareció en el rostro de
Putin, un reflejo de satisfacción y confianza por haber avergonzado a
Jodorkovski y haberlo puesto en su sitio.