Page 262 - El nuevo zar
P. 262

—Te devuelvo la pelota.

                    Los  presentes  se  sorprendieron  por  la  emoción  visceral,  personal,  que
               brotó  a  propósito  de  una  venta  relativamente  pequeña  sin  verdaderas
               consecuencias para una compañía tan grande como Yukos o para el Gobierno

               mismo.  Otro  de  los  consejeros  económicos  de  Putin  en  la  reunión,  Andréi
               Ilariónov,  nunca  había  visto  a  Putin  tan  enfadado  antes.  Ilariónov  estaba
               también sorprendido por la acusación de Jodorkovski. Había supuesto que el

               precio  inflado  de  Northern  Oil  era  un  error  o  una  mala  inversión.  Quizás
               incluso  involucraba  sobornos  y  comisiones,  pero  ¿qué  contrato  de
               envergadura en Rusia no los incluía?[6]


                    La defensa feroz de Rosneft por parte de Putin evidenciaba lo que algunos
               en la sala no habían discernido aún. Rosneft tenía algo más que la bendición
               de Putin. Tenía una conexión personal con él. Jodorkovski hizo lo que nadie

               se había atrevido a hacer antes, ciertamente no en declaraciones durante una
               reunión  televisada  en  el  Kremlin.  «No  lo  sabía  —dijo  Ilariónov  acerca  de
               Jodorkovski—. Esa es la única razón por la que empezó a hablar de eso. No

               pensó que Putin estuviera involucrado. De otro modo, nunca hubiese dicho
               nada.»[7]  Jodorkovski  no  había  llegado  a  apreciar  el  riesgo  que  asumía  al
               criticar  esa  oscura  compra,  pero  las  consecuencias  pronto  se  hicieron

               evidentes para todos. «Estaba claro para mí que habíamos firmado nuestras
               propias sentencias de muerte», dijo después Alekséi Kondaurov, uno de los
               ejecutivos  de  Yukos  Oil.[8]  Jodorkovski  incluso  recibió  el  consejo  de

               marcharse del país, como habían hecho Gusinski y Berezovski, pero se negó,
               creyendo que su poder, sus finanzas, su influencia y, en última instancia, la

               verdad lo protegerían. «¿Qué dije de malo?», preguntó.[9]





               Lo  que  había  hecho  era  exponer  una  estrategia  de  Putin  cuya  raíz  se

               remontaba a San Petersburgo hacía más de una década, cuando Putin forjó sus
               lazos  con  el  cuadro  de  consejeros  y  empresarios  concentrados  en  torno  al
               Instituto de Minería donde había defendido su tesis. A mediados de la década
               de 1990, Putin se reunía regularmente para debates informales respecto de los

               recursos  naturales  del  país  bajo  el  patrocinio  del  director  del  instituto,
               Vladímir Litvinenko, que había presidido la defensa de la tesis de Putin.[10]

               Las ideas que Putin y sus amigos, Ígor Sechin y Víktor Zubkov, formularon
   257   258   259   260   261   262   263   264   265   266   267