Page 271 - El nuevo zar
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alto las realidades políticas de Rusia, lo cual hacía poco plausible la mera idea
de que una mayoría parlamentaria pudiera arrebatarle el poder a Putin. Si el
plan era real, aunque solo fuera en parte, no era la cuestión. Lo importante era
que Putin se lo creyera.
En junio, Putin realizó su conferencia de prensa anual en el Kremlin con
reporteros locales y extranjeros, y el acto programado comenzó con una
pregunta acerca del informe y la advertencia respecto de la maduración de
«cierta revolución oligarca». Putin respondió de forma extensa y detallada,
como si estuviera preparado. Dijo que no creía que un sistema parlamentario
pudiera gobernar un país tan vasto y étnicamente diverso como Rusia.
«Cualquier sistema estatal que no sea una república presidencial —dijo—
sería inaceptable e incluso peligroso.» En cuanto a los grandes negocios,
explicó pacientemente, tenían una influencia natural en la vida del país, como
podía esperarse con una creciente economía de mercado. Los nuevos
magnates de Rusia creaban empleos y recaudación, desarrollaban nuevas
tecnologías y proporcionaban ejemplos de gestión moderna y eficaz. «Por
supuesto, esto no significa que debamos dejar que ciertos representantes de
los negocios influyan sobre la vida política del país con el propósito de
perseguir sus propios intereses de grupo.» Terminó con una alusión a una
fragmento de Eugenio Oneguin, de Pushkin, acerca de los decembristas que
se rebelaron contra Nicolás I en 1825 y terminaron en el patíbulo o en el
exilio siberiano. «En cuanto a los que disienten de este principio, es como
solían decir: “Algunos se van para siempre y otros están lejos”.»[28] Sonaba
muy parecido a una advertencia.
El ataque judicial a Yukos comenzó de manera inesperada: ni en contra de
Jodorkovski ni en contra de la compañía directamente. En junio de 2003, las
autoridades arrestaron al encargado de seguridad de la compañía, Alekséi
Pichuguin, por cargos de asesinato, alegando que había organizado asesinatos
de rivales corporativos. El 2 de julio, menos de dos semanas después de las
declaraciones públicas de Putin sobre el «golpe de Estado oligarca», una
unidad de la policía especial llegó a un hospital en Moscú donde el socio
comercial de Jodorkovski, Platón Lébedev, convalecía tras un tratamiento por
problemas cardíacos. Aunque la ley prohibía el arresto de pacientes