Page 273 - El nuevo zar
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fue registrado un orfanato patrocinado por Open Russia, de Jodorkovski.

                    El secretario de Estado de Putin, Aleksandr Voloshin, ni siquiera conocía
               el nombre de Lébedev al momento de su arresto, y creía que Putin tampoco.
               [31] El presidente mantuvo sus huellas dactilares fuera de la investigación e

               insistió en que él no se involucraba en la autorización de arrestos o registros
               —algo  sobre  lo  que  se  contradijo  cuando  reconoció,  en  una  entrevista  con
               periodistas estadounidenses, que había discutido el arresto de Lébedev con el

               fiscal general—.[32] El involucramiento de Putin creció mientras el caso se
               desarrollaba durante un verano plagado de especulación que recordaba a la
               kremlinología de los tiempos soviéticos. «El caso Yukos no era una operación

               al  estilo  de  Stalin,  planificada  por  adelantado  e  implementada
               metódicamente»,  como  escribió  un  historiador.[33]  En  cambio,  Putin
               reaccionaba a medida que se desarrollaban los hechos y no decía casi nada en

               público,  lo  cual  solo  profundizó  la  sensación  de  intriga.  Ya  llegado
               septiembre, aseguró que la investigación era un asunto criminal aislado.

                    Jodorkovski  siguió  chocando  con  el  Kremlin,  no  solo  sobre  legislación

               fiscal,  sino  también  respecto  de  los  planes  para  construir  un  oleoducto  a
               China, una decisión que Putin creía debía ser una prerrogativa del Estado, no
               de  una  compañía  privada.  Incluso  mientras  se  ampliaba  la  investigación,

               Jodorkovski  siguió  presionando  para  la  fusión  con  Sibneft  y  continuó
               cortejando a los gigantes estadounidenses del petróleo en las negociaciones
               que  Putin  había  bendecido.  Si  el  arresto  de  Lébedev  había  sido  una

               advertencia, Jodorkovski no tomó nota de ello. Continuó viajando, haciendo
               negocios y despotricando contra la fiscalía de forma desafiante.[34] Creía que

               los problemas legales de la compañía eran parte de una lucha dentro de la
               administración de Putin, pero apostaba a que la presión pública pondría fin a
               la cruzada. «La probabilidad de que me arresten ahora es del 90 % —le dijo a
               un  abogado—,  pero  no  es  del  100  %.  Para  que  sea  del  100  %  debe

               sancionarse.»[35]  Putin  ciertamente  le  dio  indicios.  Después  del  arresto  de
               Lébedev,  Jodorkovski  intentó  organizar  una  reunión  con  él  a  través  del

               director del FSB, Nikolái Pátrushev. En lugar de eso, Pátrushev lo invitó a
               encontrarse con Ustínov, pero Jodorkovski cambió de opinión.

                    Para agosto de 2003, Yukos había recuperado algunas de sus pérdidas en
               la bolsa, y la agencia antimonopolio de Rusia aprobó la fusión con Sibneft, lo

               que apaciguó la especulación entre los inversores y analistas respecto de que
               la investigación pudiera hundir la creación del nuevo gigante del petróleo. El
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