Page 295 - El nuevo zar
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estadio de fútbol de Grozni explotó mientras la élite política de la república se
               reunía  para  un  desfile  del  Día  de  la  Victoria,  que  conmemoraba  el
               quincuagésimo  noveno  aniversario  de  la  derrota  nazi.  La  explosión  mató  a
               trece  personas,  incluido  el  presidente  recién  investido,  Ajmad  Kadírov.[29]

               Kadírov, de cincuenta y dos años, había luchado contra los rusos en la primera
               guerra  en  Chechenia,  pero  partió  peras  con  el  presidente  de  la  república,

               Aslán  Masjádov,  durante  el  breve  período  de  semiindependencia,  en
               oposición  a  la  forma  radicalizada  del  islam  que  comenzaba  a  echar  raíces.
               Como  civil  y  respetado  comandante,  Kadírov  había  infundido  el  suficiente
               respeto para llevar a cabo el plan de Putin de reunir a Chechenia con la madre

               patria. Ahora estaba muerto. En la sociedad de clanes de Chechenia, el único
               sucesor obvio era su hijo, Ramzán, un combatiente tosco que una vez había

               trabajado como chofer de su padre y luego como jefe de seguridad, a cargo de
               un  grupo  de  combatientes  que  se  volvieron  tristemente  célebres  por  sus
               tácticas brutales contra presuntos militantes. Cuando Putin convocó a Ramzán

               al Kremlin el día del asesinato de su padre, este llegó con aspecto desaliñado
               y pantalones de chándal. Tenía solo veintisiete años, demasiado joven según
               la  nueva  Constitución  de  Chechenia  para  ser  presidente,  pero  Putin  lo

               ascendió  al  puesto  de  vice  primer  ministro  y  sentó  las  bases  para  que
               sucediera a su padre cuando cumpliera los treinta años. Los rebeldes juraron
               matarlo también. «No hace falta ser Nostradamus para adivinar la suerte de

               Ramzán Kadírov», aseguraron en su sitio web. Dos días después del ataque de
               mayo, Putin voló secretamente a Chechenia para asistir al funeral de Kadírov,
               y entonces se le hizo evidente su propio engaño respecto del avance logrado.

               Voló en helicóptero sobre las ruinas de Grozni y vio con sus propios ojos las
               pruebas  físicas  de  la  devastación,  retocada  en  las  versiones  oficiales  de  la
               guerra. Cuando regresó a Moscú, se presentó ante sus ministros y dijo que no

               se estaba haciendo lo suficiente para reconstruir la ruinosa república. Afirmó
               lo que había sido obvio para cualquiera que tuviese que vivir en Grozni. «A
               pesar de todo lo que se está haciendo allí —dijo— se ve horrible desde un

               helicóptero.»[30] Parecía sorprendido.





               En Beslán, las autoridades locales estaban abrumadas. Los comandantes de

               policía  inicialmente  declararon  tener  dificultad  para  comunicarse  con  los
               terroristas  dentro  de  la  escuela,  incluso  cuando  uno  de  ellos  respondió  el
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