Page 297 - El nuevo zar
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cuatro. Algunos funcionarios incluso se atormentaban por las mentiras que
tenían que repetir.[36]
Las autoridades —la policía, el Ministerio del Interior y el FSB, todos
apuntalados por Putin durante su primer mandato— parecían paralizadas. Se
preocupaban en igual medida por proteger el régimen que Putin había creado
que por proteger a los niños y los padres sitiados dentro de la escuela. Ana
Politkóvskaia, que había negociado con los terroristas en Nord-Ost, se
comunicó con los líderes de la oposición de Chechenia en el exilio para
mediar otra vez, pero, cuando voló hasta un aeropuerto bastante cercano como
para seguir en coche hasta Beslán, se puso enferma durante el vuelo: se
convenció de que el té que le habían servido estaba envenenado. Andréi
Babitski, el reportero cuya captura durante los primeros años de la guerra
había llevado a un escándalo, fue detenido en un aeropuerto de Moscú.[37]
Las autoridades que habían fracasado estrepitosamente en proteger la escuela
de Beslán ahora estaban decididas a proteger la ciudad de reporteros
indeseables.
Los funcionarios en Beslán parecían indecisos y dubitativos mientras la
toma entraba en su segundo día. La tensión aumentó debido a unas
explosiones intermitentes y al fuego de armas, la causa de los cuales no era
aún clara para los que estaban afuera. Putin se había erigido como la
autoridad máxima en Rusia, pero su «vertical de poder» creaba parálisis en
tiempos de crisis: nadie se atrevía a tomar una iniciativa que pudiera causar
desaprobación.[38] Putin había prometido no negociar nunca con terroristas,
pero por primera vez permitió a sus asistentes explorar la posibilidad de un
final negociado de la toma, aunque el Kremlin desaconsejaba ese intento.[39]
Instruyó al gobernador de la región, Aleksandr Dzasójov, para hacer contacto
con el principal representante en el exilio de Alsán Masjádov, Ajmed Zakáiev.
Lo hizo a través de Ruslán Aushev, el expresidente de la vecina Ingusetia.
Aushev, un héroe de la guerra soviética en Afganistán, se había solidarizado
con la lucha por la independencia de Chechenia, pero también se había
asegurado de mantener a su región fuera del combate. Aushev llegó a Beslán
el segundo día de la toma, y se hizo cargo del contacto con los terroristas. Al
cabo de quince minutos, le dijeron que podía entrar en la escuela: era el
primer funcionario al que dejaban entrar.
Lo que vio dentro era desesperante. Los terroristas no les habían dado a
los rehenes ni agua ni comida. El comandante del grupo, que se llamaba a sí