Page 298 - El nuevo zar
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mismo «coronel», le dio a Aushev una lista escrita a mano con las exigencias:
las tropas rusas debían retirarse de Chechenia y concederle la independencia.
La nueva Chechenia se uniría a Rusia en la Comunidad de Estados
Independientes, mantendría el rublo como su moneda y trabajaría con las
fuerzas rusas para restaurar el orden en la región. La nota, garabateada en un
papel de cuaderno, estaba dirigida a «Su Excelencia, Presidente de la
Federación de Rusia» y escrita en nombre del «servidor de Alá, Shamil
Basáiev». Ninguna de las exigencias sería aceptable para Putin, pero Aushev
prometió transmitirlas si los terroristas liberaban a las mujeres con niños de
pecho. Uno de los terroristas le dijo que había mil veinte rehenes dentro de la
sofocante escuela. Aushev logró convencerlos de dejar salir a veintiséis
rehenes con él: once mujeres y quince bebés.
Cuando Aushev regresó al centro de comando, llamó a Zakáiev, entonces
en Londres. Zakáiev le dijo que él y Masjádov estaban preparados para
ayudar, pero que, si Masjádov viajaba a Beslán para hablar con los terroristas,
Rusia iba a tener que garantizar un salvoconducto.[40] Aushev sabía que se
había trazado un plan para tomar la escuela; de hecho, dos de las unidades
especiales a los que Putin había ordenado acudir a Beslán ya estaban
entrenando para el asalto en un colegio no lejos de allí.[41] Sin embargo,
esperaba obtener la liberación de más rehenes mientras tanto. En la mañana
del tercer día, el 3 de septiembre, llegó a un acuerdo con los terroristas para
quitar los cadáveres de los hombres que habían sido ejecutados y lanzados por
la ventana del aula; para entonces, los cadáveres se habían empezado a
descomponer. Un equipo de cuatro miembros del Ministerio de Situaciones de
Emergencia llegó en una ambulancia a la una en punto, y apenas había
comenzado a recoger los cuerpos cuando una explosión atronadora sacudió el
gimnasio de la escuela. Veintidós segundos después hubo una segunda
explosión. Las explosiones provocaron el desprendimiento del techo y las
vigas de la escuela, hicieron estallar las ventanas y dejaron un agujero en la
pared del gimnasio.
Muchísimos murieron inmediatamente, pero los sobrevivientes, aturdidos,
comenzaron a escapar a tumbos de la escuela derruida. Los soldados de afuera
y los terroristas de adentro —ambos sin certezas respecto de lo que había
sucedido— comenzaron un tiroteo feroz que duró diez horas. El techo se
incendió y las vigas llameantes colapsaron sobre los que aún estaban dentro.
Una teoría conspirativa que surgió luego sostenía que los rusos habían