Page 45 - El nuevo zar
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El instituto ahora llevaba el nombre de Andrópov. Tras su largo dominio a
la cabeza del KGB, Yuri asumió el cargo de secretario general del Partido
Comunista tras la muerte de Brézhnev en 1982, y eso les devolvió la
esperanza a aquellos que deseaban modernizar el Estado bajo la mano firme
de los servicios de seguridad. Pero Andrópov prestó servicios solo durante
quince meses, hasta que murió de repente en febrero de 1984, lo cual dio
inicio a un convulso reemplazo de los líderes soviéticos de edad avanzada.
Konstantín Chernenko sustituyó a Andrópov apenas unos meses antes de que
Vladímir comenzara a asistir al Instituto Bandera Roja, y tan solo vivió un
año más, pues murió en marzo de 1985. De pronto, la gran nación soviética
parecía incapaz de generar líderes nuevos, y se movía pesadamente a través
de un período de estancamiento económico y político que la dejó aún más
rezagada respecto de Occidente y de su «principal adversario», Estados
Unidos. La guerra en Afganistán había descendido a un nivel de barrizal, y en
los círculos de inteligencia de Vladímir se podían discutir en confianza
verdades al respecto que jamás podrían pronunciarse en público. Esas
revelaciones lo dejaron estupefacto, pues él había creído instintivamente en el
buen tino de la intervención.[37]
El instituto era una instalación secreta situada en un bosque en las afueras
de Moscú, donde aún permanece hoy con un nombre nuevo: Academia de
Inteligencia Exterior. Allí se ofrecían cursos que duraban de uno a tres años,
según la educación, experiencia y asignación esperada del cadete.[38]
Liudmila, ahora embarazada, se quedó en Leningrado viviendo con los padres
de él. Fue en ese sitio donde Vladímir aprendió el oficio de espía: cómo
reclutar agentes, comunicarse en código, llevar a cabo operativos de
vigilancia, deshacerse de una sombra, hacer y utilizar buzones falsos, etc.
Sobre todo, estaba aprendiendo el arte del alto encubrimiento. Durante todo el
entrenamiento, los cadetes adoptaron alias en código, derivados de la primera
letra de sus nombres. Putin pasó a ser el camarada Plátov, con lo cual protegía
su identidad real inclusive de los otros estudiantes. Vestían ropa de civil, no
uniformes, para prepararse para su futuro como periodistas, diplomáticos o
delegados de comercio en países que se esperaba conocieran a fondo antes de
haberlos visitado. En septiembre de 1984, Vladímir se presentó enfundado en
un traje nuevo de tres piezas, ansioso por causar sensación, aun cuando era un
tibio día de otoño. «¡Miren al camarada Plátov!», dijo al resto de los cadetes
un instructor, el coronel Mijaíl Frolov, citando como modelo a ese joven