Page 489 - El nuevo zar
P. 489

más  de  230  millones  de  dólares  en  ingresos  ilícitos  que  Magnitski  había
               expuesto,  con  destino  a  cuatro  condominios  de  lujo  y  otras  propiedades
               comerciales en Manhattan, e hicieron que una corte los embargara. Habían
               sido  comprados  por  un  conglomerado  de  bienes  inmobiliarios  en  Chipre,

               utilizando  dinero  lavado  a  través  de  compañías  fantasma  en  la  antigua
               república soviética de Moldavia.[3] La ley Magnitski enfureció a Putin, quien,

               si  bien  negaba  conocer,  inverosímilmente,  los  detalles  del  caso  Magnitski,
               dijo  que  Estados  Unidos  hubiera  tratado  de  castigar  a  Rusia
               independientemente de la muerte del contable en prisión. «Si Magnitski no
               existiera —dijo—, habrían encontrado otro pretexto.»


                    Inicialmente, los rusos contraatacaron imponiendo sanciones a dieciocho
               funcionarios  estadounidenses  involucrados  en  la  detención  y  tortura  de
               prisioneros  en  la  prisión  de  Guantánamo  y  otros  lugares.  Igual  que  los

               propagandistas soviéticos del pasado, Putin había utilizado estos paralelismos
               —sin  importar  cuán  inapropiados  fueran  por  momentos—  para  desviar  las

               críticas contra Rusia, pero ahora fue más allá. Propuso una ley que impondría
               sanciones a los jueces y funcionarios estadounidenses involucrados en casos
               de  abusos  de  niños  rusos  en  adopción,  un  tema  de  tensión  periódica  con
               Estados  Unidos  que  pareció  haberse  resuelto  con  un  acuerdo  bilateral  que

               permitía  una  mayor  supervisión  del  proceso.  En  medio  del  furor  sobre  las
               «sanciones  Magnitski»,  sin  embargo,  la  Duma  fue  luego  aún  más  lejos  y

               aprobó otra ley que prohibiría todas las adopciones de niños rusos por parte
               de estadounidenses. El voto final fue casi unánime, aun cuando la legislación
               era  tan  cínica  y  cruel  que  incluso  los  miembros  del  Gobierno  de  Putin
               objetaron.  Los  orfanatos  de  Rusia  estaban  llenos  de  niños  en  desesperada

               necesidad  de  una  familia  —según  algunas  estimaciones,  alrededor  de
               ochocientos mil en un país donde la adopción seguía estando estigmatizada y

               era,  por  lo  tanto,  poco  frecuente—.  Los  estadounidenses  habían  adoptado
               cerca de cincuenta mil niños desde 1999; la prohibición congelaría algunas
               adopciones ya en curso. La represalia rusa no era simétrica, sino asimétrica, y

               un perjuicio autoinfligido. Los estadounidenses habían apuntado a burócratas
               corruptos  para  sus  sanciones;  Rusia  ahora  estaba  apuntando  a  sus  propios
               huérfanos. El día anterior a la votación final de la Duma sobre este proyecto

               de  ley,  Putin  hizo  frente  a  preguntas  inusitadamente  punzantes  durante  su
               conferencia de prensa anual. Le preguntaron ocho veces por qué iría en contra
               de los intereses de los niños en una disputa política con Estados Unidos. Putin
   484   485   486   487   488   489   490   491   492   493   494