Page 492 - El nuevo zar
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La  hagiografía  continuó  en  el  cumpleaños  de  Putin.  Mientras  él  lo
               celebraba  en  privado  con  amigos  cercanos  en  la  residencia  oficial  de  San
               Petersburgo,  todos  los  canales  de  televisión  estatales  ofrecieron  una
               programación especial. En el programa de noticias semanal de Rosiya, Dmitri

               Kiseliov lo comparó con Stalin, y lo dijo como un halago. «En términos del
               alcance de sus actividades, Putin, como político, es, entre sus predecesores en

               el siglo XX, solo comparable con Stalin», dijo en un encomio de trece minutos
               que lograba mencionar pensiones y salarios en aumento, el resurgimiento del
               ejército  y  el  restablecimiento  de  la  paridad  nuclear  con  Estados  Unidos.[5]

               NTV emitió un documental de cincuenta minutos en el que se lo trataba de
               presentar  de  una  manera  nueva:  como  un  hombre  que  había  estado
               prácticamente  solo  en  el  centro  de  la  atención  pública  durante  doce  años.

               Llamado «Visita a Putin», aseguraba mostrar a Putin como solo lo conocía
               «su  círculo  íntimo»,  aunque  ofrecía  poco  que  resultara  novedoso.  El
               presentador,  Vadim  Takmenev,  siguió  al  presidente  durante  una  semana  de

               trabajo, desde su oficina en Novo-Ogariovo, pasando por el Kremlin, hasta
               una  visita  presidencial  a  Tayikistán.  En  una  serie  de  entrevistas  llevadas  a
               cabo durante esa semana, Putin simplemente se reafirmaba en sus opiniones

               sobre  su  elección,  sus  detractores,  la  corrupción  y  la  política  exterior,  y
               rechazaba  las  críticas  por  tratarse  de  meros  incordios.[6]  Los  líderes  del
               movimiento de protesta —personas como Navalni, cuyo nombre Putin nunca

               parecía poder pronunciar— eran la «cascarilla» que caería, dijo, y dejarían
               espacio  para  que  «personas  verdaderamente  carismáticas  e  interesantes»

               surgieran en la vida pública y política. La corrupción se exageraba y, de todos
               modos, el ingreso anual promedio de los rusos había aumentado de menos de
               1.000 dólares al año cuando llegó al poder a casi 10.000 dólares ahora. «Es
               extremadamente importante para la autopercepción de cualquier persona que

               viva en este territorio que advierta que no solo vive en este territorio, sino que
               es  un  ciudadano  de  un  Estado  fuerte  y  poderoso  que  goza  del  respeto  del

               mundo.» Lo más importante, dijo también, era que solo Rusia tenía paridad
               nuclear estratégica con Estados Unidos.

                    La  respuesta  de  Putin  pasaba  por  alto  la  humillación  y  la  indignación

               diarias de los rusos obligados a pagar sobornos por casi todos los servicios
               públicos,  los  chanchullos  que  Navalni  se  especializó  en  exponer,  las
               clasificaciones funestas de Transparencia Internacional, que ubicaba a Rusia
               en el puesto 133 de entre ciento setenta y seis países. Apenas dos días antes,
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