Page 505 - El nuevo zar
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Olímpico Internacional a unos impactantes 51.000 millones de dólares. Eran
               los  Juegos  Olímpicos  más  caros  de  la  historia:  cinco  veces  la  suma  que
               Vancouver había gastado para ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno
               en 2010, más de lo que había gastado Pekín para ser sede de los mucho más

               grandes Juegos Olímpicos de Verano en 2008. En un país con una economía
               aún  en  apuros,  la  cifra  estaba  tan  ligada  a  lo  político  que  Kozak  y  otros

               ministros recibieron la orden de nunca mencionarla otra vez. El despilfarro
               era ridiculizado. La edición rusa de Esquire estimó que, con el total gastado
               para  la  autopista  y  el  ferrocarril  que  llevaban  a  la  montaña,  los  ingenieros
               podrían haber pavimentado la carretera con 1 centímetro de caviar negro, 6

               centímetros de trufas negras y 22 centímetros de foie gras, entre otros lujos.
               [4] Los funcionarios involucrados culparon por los costes desorbitados a las

               difíciles  condiciones  geológicas  o  las  exigencias  del  Comité  Olímpico
               Internacional,  pero  prácticamente  todos  los  proyectos  costaron  mucho  más
               que otros proyectos comparables en cuanto a su construcción en otros lugares.

               Se informó ampliamente de que los contratistas inflaban sus precios en cada
               nivel posible para pagar sobornos a funcionarios, como había aducido Valeri
               Morózov  en  2010.  El  oleoducto  que  la  compañía  de  Arkadi  Rotenberg

               construyó bajo el mar Negro para proveer de energía a los Juegos costó más
               de 5 millones de dólares por kilómetro, en comparación con los 4 millones de
               dólares para el oleoducto de Nord Stream en el mar Báltico (que ya era, en sí,

               varias veces más caro que el promedio europeo).[5] Boris Nemtsov llamó a
               Sochi «un festival de corrupción» y estimó en junio de 2013, en su informe
               más reciente sobre corrupción en la era Putin, que alrededor de la mitad del

               total de 51.000 millones de dólares había sido robado o despilfarrado. Incluso
               funcionarios rusos reconocieron que se perdieron ingentes sumas de dinero.
               La Cámara de Cuentas estimó que un mínimo de 500 millones de dólares del

               gasto  no  habían  sido  justificados,  y  luego  enseguida  clasificó  sus  informes
               trimestrales  como  secretos  de  Estado.  No  obstante,  nunca  se  materializó
               ninguna  acusación  penal,  ciertamente  no  contra  ninguno  de  los  aliados  de

               Putin, a quienes los Juegos Olímpicos hicieron muy pero que muy ricos.

                    Los costes y la suposición de que gran parte del dinero había sido robado
               llevaron  a  muchos  a  cuestionar  el  tino  de  organizar  los  Juegos  Olímpicos.

               Eran los efectos adversos que muchas ciudades sedes experimentan, pero en
               Rusia el gasto llegaba en un momento desfavorable. La economía de Rusia
               todavía dependía fuertemente de los recursos naturales y, tras recuperarse de
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