Page 510 - El nuevo zar
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por la libertad de la información», dijo Putin. «Pregúntense a sí mismos, ¿es
               necesario poner en la cárcel a personas así?» Dijo que no quería preocuparse
               demasiado por los detalles del caso de Snowden y que se lo dejaba al director
               del FSB, Aleksandr Bórtnikov, un antiguo colega que se había unido al KGB

               en  Leningrado  en  1975,  el  mismo  año  que  Putin.  «En  cualquier  caso,
               personalmente  preferiría  no  involucrarme  en  esos  asuntos,  porque  es  como

               esquilar un lechón: mucho llanto, pero poca lana.»

                    Después  de  años  de  recibir  críticas  de  Estados  Unidos  respecto  de  su
               historial en materia de derechos, se trataba de una dulce ironía. Los medios
               rusos  recibieron  a  Snowden  como  a  un  héroe  y  lo  compararon  con  Andréi

               Sájarov: sus revelaciones contra Estados Unidos eran tan nobles como las de
               Sájarov  contra  la  Unión  Soviética.  Tras  tres  semanas  transcurridas  en  ese
               limbo  que  era  el  área  de  tránsito  restringida,  el  Kremlin  habilitó  una

               plataforma para que Snowden pudiera reunirse con sus abogados y líderes de
               organizaciones de derechos, incluidas tres —Human Rights Watch, Amnistía

               Internacional  y  Transparencia  Internacional—  cuyas  oficinas  habían  sido
               requisadas  por  investigadores  rusos  como  parte  de  la  caza  de  «agentes
               extranjeros».  Snowden  leyó  una  declaración  escrita  que  decía  que  buscaría
               asilo político en lugar de volver a un país que había violado sus propias leyes.

               «Hace algo más de un mes —dijo—, yo tenía familia, un hogar en el paraíso,
               y  vivía  con  gran  comodidad.  También  podía,  sin  necesidad  de  una  orden

               judicial,  buscar,  interceptar  y  leer  las  comunicaciones  de  todos:  las
               comunicaciones  de  cualquiera  en  cualquier  momento.  Ese  es  el  poder  de
               cambiar los destinos de las personas.»[10]


                    La  odisea  de  Snowden  era  un  golpe  de  suerte  diplomático  y  de
               inteligencia para Putin. Aunque el alcance de la cooperación de Snowden con
               las  agencias  de  inteligencia  rusas  no  se  conoció  —y  fue  discutido  con
               ferocidad  por  sus  seguidores—,  el  FSB  vigilaba  de  cerca  al  «regalo»

               inesperado.  «De  hecho,  lo  tienen  rodeado»,  dijo  Andréi  Soldátov,  un
               periodista que escribía extensamente sobre agencias de inteligencia en Rusia

               y  que  luego  se  quejó  de  que  Snowden  no  pudo  o  no  quiso  reunirse  con
               periodistas rusos independientes como él.[11] El caso Snowden le dio a Putin
               pruebas  que  confirmaban  sus  reclamos  acerca  de  la  hegemonía  y  perfidia
               estadounidense,  de  la  hipocresía  de  los  tres  gobiernos  estadounidenses  con

               que había tratado hasta entonces. Las revelaciones de Snowden mancillaron la
               reputación del presidente Obama y debilitaron su política exterior, e incluso
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