Page 515 - El nuevo zar
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fuertemente  la  oposición  del  país,  e  impulsado  reformas  políticas  que  los
               europeos  habían  exigido  como  condición  para  la  firma  del  acuerdo.  Los
               europeos  estaban  negociando  acuerdos  similares  con  Moldavia,  Georgia  y
               Armenia, con la esperanza de permitirles pleno acceso al mercado único de

               Europa. Para los diplomáticos de las capitales de Europa, la integración de
               estas  economías,  con  la  expectativa  de  una  permanencia  total  en  el  futuro,

               expandiría de forma constante el espacio europeo pacífico y seguro, una vieja
               idea que se había convertido en un artículo de fe en el siglo XXI.

                    Para Putin, no obstante, la expansión de «Europa» para que incluyera a

               Ucrania equivalía a una intrusión en Rusia que, en su mente, iría seguida por
               la  intrusión  ulterior  de  la  OTAN.  Las  propias  relaciones  de  Rusia  con  el
               bloque se habían estancado, dificultadas por las sospechas de muchos Estados

               europeos,  en  especial  de  aquellos  que  alguna  vez  habían  pertenecido  a  la
               esfera soviética, respecto de las políticas de energía y derechos humanos: una
               cumbre en Ekaterimburgo en mayo había fracasado en asegurar un acuerdo

               que  permitiera  viajar  sin  visado  a  los  funcionarios  del  Gobierno  ruso  en
               medio de un debate acerca de si las «sanciones Magnitski» estadounidenses
               debían  adoptarse  en  el  continente.  Los  esfuerzos  de  Putin  por  unir  más  a

               Ucrania con Rusia, vínculo que había propuesto primero a Leonid Kuchma en
               la  víspera  de  la  Revolución  Naranja  en  2004,  habían  avanzado  poco,
               bloqueados  por  las  divisiones  políticas  internas  en  Ucrania.  Diez  años

               después, la visión de Putin de un bloque comercial y económico que tuviera a
               Moscú en su centro había evolucionado más allá de los acuerdos técnicos de
               aduana  negociados  con  Bielorrusia  y  Kazajistán.  Una  de  las  primeras

               declaraciones de política que hizo en 2011 después de anunciar su retorno al
               Kremlin fue la del establecimiento de un pacto más amplio para reunificar las
               economías que se habían distanciado con desdén tras el derrumbe soviético.

               Lo  llamó  Unión  Económica  de  Eurasia.  Excluyendo  a  las  tres  naciones
               bálticas, ahora acomodadas en la UE y la OTAN, Putin visualizaba el bloque
               no  solo  como  un  contrapeso  a  la  Unión  Europea,  sino  más  bien  como  un

               nuevo imperio en sí mismo, un imperio que abarcaba la Rusia europea y la
               vasta estepa que se extendía desde el mar Negro hasta Asia Central y Siberia.

                    La Unión de Eurasia era la manifestación de una ideología que se había

               enraizado  en  Putin  y  su  círculo  interno,  una  ideología  que  había  estado
               ausente del pragmatismo que había caracterizado al Gobierno de Putin hasta
               entonces.  El  eurasianismo  en  Rusia  era  una  filosofía  profundamente
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