Page 516 - El nuevo zar
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conservadora  llevada  a  la  clandestinidad  (o  al  extranjero)  por  la  ideología
               internacionalista de la Unión Soviética. Había resurgido en la década de 1990,
               mezclando las ideas religiosas y monárquicas de exiliados como Iván Ilyín, el
               filósofo al que Putin solía citar, con las teorías geológicas de aquellos como

               Halford Mackinder, cuya «teoría del Heartland» consideraba a Eurasia como
               «el  área  central»  en  la  batalla  por  el  control  del  «mundo-isla»,  la  masa

               continental europea, asiática y africana. Estas ideas, defendidas en artículos y
               libros por estrategas conservadores como Aleksandr Duguin, se extendieron
               desde  la  periferia  del  debate  académico  y  se  volvieron  cada  vez  más
               prominentes. Circulaban entre los más allegados a Putin y eran analizadas en

               sus reuniones tardías nocturnas; y cada vez sazonaban más las declaraciones
               públicas no solo de Putin, sino también de sus consejeros más poderosos.

                    La  geopolítica  coincidía  con  el  conservadurismo  emergente  en  las

               políticas  internas  que  defendían  —y  protegían—  los  valores  de  la  Iglesia
               ortodoxa, así como los del islam, y eso había dado como resultado las nuevas

               leyes que convertían la blasfemia en un delito y que prohibían la difusión de
               «propaganda  homosexual»  a  los  niños.  Vladímir  Yakunin,  otro  de  los
               confidentes de Putin, veía los esfuerzos por imponer los valores culturales de
               Occidente  como  un  nuevo  frente  en  una  lucha  geopolítica  histórica  entre

               potencias  navales  y  terrestres,  con  Rusia  (una  vasta  potencia  terrestre)
               defendiendo su existencia misma contra Estados Unidos (la nueva potencia

               naval),  como  en  gran  medida  teorizaba  Mackinder.  Describía  el  dominio
               estadounidense  de  la  geopolítica  y  las  finanzas  mundiales  como  una
               conspiración para reprimir a cualquier competidor potencial, que era lo que
               hacía a la Unión de Eurasia, creía él, tan amenazante para Occidente. «Rusia

               fue, es y será una especie de competidor geopolítico para los intereses de la
               civilización anglosajona», dijo.[17] La ironía de la nueva ideología era que la

               élite  de  Rusia,  en  especial  aquella  que  podía  permitírselo,  se  había  vuelto
               absolutamente occidentalizada y se iba de vacaciones y tenía propiedades en
               las  naciones  cuyos  valores  denigraba.  Hasta  el  hijo  de  Yakunin  vivía  en

               Londres,  lo  cual  dio  pie  a  un  blog  satírico  de  Alekséi  Navalni.  «Por  la
               garganta voraz del odioso Occidente, falto de valores espirituales, Vladímir
               Ivánovich  Yakunin  lanzó  su  posesión  más  querida  —excluido  su  amor  por

               Vladímir Putin—, su familia.»[18]

                    En septiembre, recién llegado de su triunfo diplomático sobre las armas
               nucleares  de  Siria,  Putin  describió  a  «los  países  euroatlánticos»  como
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