Page 521 - El nuevo zar
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habían anunciado las encuestas. Por lo tanto, trató de posicionarse como el
líder más destacado de la oposición y, sin embargo, no era nadie que
supusiera una amenaza inminente o formidable para el control político de
Putin.
La distensión continuó en diciembre, cuando, por instigación de Putin, la
Duma aprobó una ley para conceder amnistías a miles de prisioneros. Muchos
de ellos habían sido condenados por «crímenes» económicos que se les
habían imputado para quitarles propiedades o empresas, pero la lista de los
candidatos a la amnistía también incluía a prisioneros políticos destacados.
Las dos integrantes de Pussy Riot, Nadezda Tolokónikova y María Aliójina,
quedaron libres unos pocos meses antes de completar sus sentencias, igual
que algunos de los acusados por las protestas de la plaza Bolotnaia. Los
tribunales luego amnistiaron a treinta activistas de Greenpeace International
que habían sido arrestados en septiembre de 2013 después de que su barco,
Arctic Sunrise, organizara una protesta en ultramar contra la primera
plataforma petrolífera offshore rusa en el mar de Kara.
La mayor sorpresa, sin embargo, fue la liberación de Mijaíl Jodorkovski
en octubre. Cumplía su décimo año en prisión y los fiscales rusos habían
anunciado hacía poco que estaban investigando un caso criminal más en su
contra, lo cual sugería que quizás nunca quedara en libertad. Y, sin embargo,
dos años de negociaciones secretas con Alemania como intermediario le
allanaron el camino hacia la libertad. Como parte del acuerdo, Jodorkovski
apeló a Putin en dos cartas que había escrito en noviembre. Nunca se han
hecho públicas. Aunque Putin había exigido al principio que Jodorkovski
reconociera su culpa, aceptó admitir su pedido de clemencia fundamentado en
motivos humanitarios, citando la deteriorada salud de su madre. «Ha estado
recluido más de diez años ya; eso es un castigo serio», dijo Putin en su
conferencia de prensa anual en diciembre. En retrospectiva, la amplia
amnistía parecía haber sido diseñada para lograr la liberación del hombre
cuyo arresto en 2003 había marcado un giro oscuro en la historia moderna del
país.
Unas pocas horas después de que hablara Putin en Moscú, Jodorkovski
despertó a las dos de la mañana en Karelia, donde había pasado sus últimos
años de detención. Lo subieron a un avión y voló primero a San Petersburgo y
luego a Berlín: otro exiliado de la nueva Rusia. Al día siguiente, apareció en
el museo del Checkpoint Charlie, dedicado a los héroes disidentes de la