Page 508 - El nuevo zar
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—¿Ha habido aumentos en los costes de construcción de esta instalación?
—preguntó Putin. Kozak, ahora con la mirada en el suelo, al parecer no
preparado para este interrogatorio o quizás solo nervioso, detalló los gastos en
general y las fuentes del dinero. No obstante, Putin lo presionó para saber las
cifras exactas y, cuando Kozak se las dio, las repitió con disgusto.
—¡Bien hecho, amigos! —dijo con un sarcasmo helado que, por supuesto,
mediría muy bien en la televisión estatal—. Continuemos.
Entonces se dio la vuelta y se alejó caminando.
Bilalov, por orden de Putin, fue despedido al día siguiente de todos sus
cargos. Un enjambre de investigaciones comenzó respecto de su trabajo en
Northern Caucasus Resorts, incluidos generosos gastos para que viajara a los
Juegos Olímpicos de Verano en Londres en 2012. Bilalov, junto con su
hermano, Magomed, pronto abandonó el país, e hizo una breve aparición en
abril en una clínica en Baden-Baden, Alemania, donde dijo que tenía un
elevado nivel de mercurio en sangre y sospechaba que había sido envenenado.
Sus médicos luego dijeron que el veneno en su cuerpo era arsénico y
molibdeno.[7] Los hermanos Bilalov se mudaron a Londres, mientras Putin
asignó la tarea de terminar la pista de salto de esquí a Sberbank, presidido por
Herman Gref. Putin conocía a Gref desde la década de 1990 y, a pesar de sus
críticas oblicuas e intermitentes a las políticas de Putin (en su testimonio para
el juicio de Jodorkovski, por ejemplo), confiaba en él para que terminara el
trabajo.
La pista de salto de esquí no era el único proyecto retrasado y excedido
del presupuesto, y hubo quienes sospecharon que Putin se había enfocado en
este porque sus propietarios tenían vínculos con el equipo de Medvédev y, por
lo tanto, eran sacrificables.[8] Otros, sin embargo, vieron su actuación como
una prueba de que, por fin, Putin estaba aplicando medidas enérgicas contra la
corrupción que roía a Rusia o, por lo menos, haciendo un espectáculo de ello
para desviar la escalada de críticas respecto del proyecto olímpico. No
obstante, la justicia seguía siendo selectiva y no hubo procesamientos
significativos, ni siquiera en el caso de Bilalov. La corrupción se había vuelto
tan generalizada que estaba institucionalizada. Eso la hacía una herramienta
de cooptación y coerción. Cualquiera podía ser procesado, cuando fuera
necesario, porque casi todos eran cómplices e, incluso si no lo eran, podían
ser acusados de todos modos. La amenaza de corrupción se cernía sobre