Page 54 - El nuevo zar
P. 54

El mayor Putin estableció su vida en Alemania con bastante comodidad. Por
               primera  vez  en  su  vida  adulta,  dejó  de  practicar  judo  y  abandonó  la
               ejercitación  regular.  Aunque  nunca  fue  bebedor,  adquirió  un  gusto  por  la

               cerveza,  especialmente  la  Radeberger  Pilsner,  que  se  elaboraba  en  una
               pequeña  ciudad  cerca  de  Dresde.  Hizo  amistad  con  un  barman  que  le
               rellenaba el vaso con regularidad —una caña pequeña— y pronto sumó 10

               kilos  a  su  estructura  menuda.  Casi  de  inmediato  tras  su  llegada,  Liudmila
               quedó  nuevamente  embarazada,  y  su  segunda  hija,  Yekaterina  —Katia—,
               nació el 31 de agosto de 1986. Usoltsev intuyó que Vladímir debía sentirse

               «algo desalentado» por no haber tenido un hijo varón.

                    Como marido y padre, Putin resultó ser algo machista. Se negaba a ayudar
               con las compras, la cocina o cualquier otra cosa que tuviera que ver con las

               tareas domésticas, pues creía en la división tradicional de los roles maritales.
               Durante  una  breve  hospitalización  durante  el  embarazo  de  Liudmila  en
               Dresde, se había quedado solo durante tres días con Masha y se vio agobiado

               por  el  esfuerzo.  Él  era  «el  proveedor  y  el  defensor»,  según  palabras  de
               Liudmila, y ella tenía que ocuparse del resto. Para comer era muy selectivo,
               hasta  el  punto  de  rehusar  tocar  platos  que  no  le  gustaban,  por  lo  que  ella

               perdía  la  paciencia  al  cocinarle.  Cuando  ella  se  quejó,  Vladímir  citó  un
               aforismo  ruso:  «No  halagues  a  una  mujer  o  la  echarás  a  perder».  Nunca
               celebraba sus aniversarios de bodas.[15]


                    Las exigencias a las que hacía frente el mayor Putin en la oficina no eran
               tan pesadas como para arruinar los fines de semana de la pareja. Los Putin,
               con  un  Zhigulí  soviético  a  su  disposición,  pasaron  muchos  sábados  y

               domingos viajando con sus vecinos rusos: todos agentes de seguridad y sus
               esposas. Él se unió a un club de pesca, y con Liudmila visitaron los bosques y
               parques de Sajonia. Fueron al menos dos veces a Checoslovaquia, otro satélite

               soviético, una de ellas con el coronel Matvéiev y su esposa, Yevguenia. Los
               Putin compraron un estéreo de Occidente y, más adelante, uno de los primeros
               videojuegos de Atari. No obstante, nunca viajaron a Alemania Occidental, y,

               si  bien  alojaban  de  forma  regular  a  amigos  rusos  y  alemanes  en  su
               apartamento, su vida social incluía solo a aquellos que pertenecían al pequeño
               círculo de agentes de inteligencia alemanes y soviéticos. Se hicieron amigos

               de una pareja, los Burkhard, que tenían un hijo discapacitado. Más adelante,
               cuando se divorciaron, el mayor Putin ayudó a la esposa a encontrar empleo
   49   50   51   52   53   54   55   56   57   58   59