Page 57 - El nuevo zar
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En 1987, el mayor Putin fue ascendido a teniente coronel, pasó a ser, primero,
               uno  de  los  asistentes  de  Matvéiev  y,  finalmente,  su  asistente  principal.  En

               efecto, se convirtió en el vicejefe del puesto fronterizo en Dresde. Sus deberes
               administrativos crecieron a la par de sus ascensos, pero también lo alejaron
               más del trabajo activo propio de los agentes y los espías de verdad. Al igual

               que  en  Leningrado,  era  responsable  de  cumplimiento,  el  equivalente  a  un
               oficial  de  asuntos  internos,  siempre  vigilante  de  los  posibles  enemigos
               internos  y  externos.  Un  vecino  en  la  calle  Angelika,  Siegfried  Dannath,

               paseaba una vez a su perro cuando se detuvo frente a la oficina del KGB para
               conversar brevemente con uno de los colegas de Putin. Cuando la esposa de
               Dannath fotografió a los dos hombres juntos con la mansión en el fondo, un

               guardia ruso dio la alarma con un grito. Regañó al ruso y al alemán por igual,
               gritando  que  estaba  estrictamente  prohibido  sacar  fotos.  Dannath  olvidó
               pronto el encuentro, pero el teniente coronel Putin envió una carta a la Stasi,

               solicitando que los Dannath fueran vigilados de cerca como precaución.[20]

                    En  su  rol  oficial,  Putin  tuvo  ocasión  de  conocer  a  la  dirigencia  de
               Alemania  Oriental  en  Dresde,  incluidos  Horst  Böhm  y  Hans  Modrow,  el

               secretario  del  Partido  Comunista  para  la  ciudad,  pero  su  rango  y  posición
               seguían siendo demasiado bajos para una relación más familiar. Sus deberes
               incluían  cuestiones  tan  mundanas  como  ver  si  tres  oficiales  visitantes  del

               KGB  podían  quedarse  en  un  hotel  sin  coste  (claramente,  Moscú  tenía
               apremios  de  fondos),  o  gestionar  entradas  gratis  para  que  los  soldados
               soviéticos vieran un partido de fútbol entre el equipo de Dresde y el Spartak

               de Moscú. La única correspondencia con Böhm que se conoce es una carta en
               que Putin solicitaba ayuda en el restablecimiento del servicio telefónico para
               un  informante  del  comercio  mayorista  en  Alemania  Oriental.  Putin  parecía

               destinado a seguir siendo una figura discreta del fondo.[21]

                    En  1987,  el  jefe  de  la  Stasi,  Erich  Mielke,  firmó  un  decreto  que
               condecoraba al teniente coronel Putin con una medalla de oro en ocasión del

               septuagésimo  aniversario  de  la  Revolución  rusa.  Esa  noche  del  7  de
               noviembre, él y otros doce oficiales del KGB se sumaron a los colegas de la
               Stasi en el salón de baile del cuartel general en la calle Bautzner —el mismo

               edificio que albergaba la prisión— para escuchar el discurso de Horst Böhm.
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