Page 543 - El nuevo zar
P. 543
con suficiencia, dado que había logrado vender sus acciones en Gunvor a su
socio el día anterior a que se anunciaran las sanciones, lo cual sugería que
tenía información privilegiada acerca de la inminente amenaza y que se
movió rápidamente para proteger sus activos de cualquier incautación.
Timchenko reconoció que su avión Gulfstream había quedado en tierra
porque ya no podía comprar las partes para su mantenimiento, que las tarjetas
de crédito de su mujer habían sido anuladas y que ya no podía irse de
vacaciones con tranquilidad en Europa con su familia y su perro, Romi, el
retoño de la querida Koni de Putin. «Pero uno puede tolerar costes
comerciales e inconvenientes personales cuando los intereses del Estado están
en peligro. Estas son naderías en el trasfondo de los problemas
mundiales.»[11]
Protestas como las que se materializaron en Simferópol y otras ciudades de
Crimea en febrero se extendieron por toda Ucrania. En Odesa, en mayo, una
confrontación violenta entre manifestantes favorables a Rusia y simpatizantes
del Gobierno en el centro de la ciudad terminó en un incendio en la antigua
Casa de los Sindicatos de Comercio, que mató a cuarenta y ocho personas.
Los referéndums que celebraron ese mes las repúblicas del pueblo de Donetsk
y Lugansk fueron organizados tan raudamente y con una legitimidad tan
dudosa como el de Crimea. El Servicio de Seguridad de Ucrania dijo haber
interceptado una grabación de un líder rebelde, Dmitri Boitsov, del Ejército
Ortodoxo ruso, en que se quejaba de no poder supervisar la votación porque
una gran fuerza de tropas ucranianas y armamento permanecía en la región.
«No podemos llevarlo a cabo con legitimidad en tanto estos mamones sigan
aquí», decía. El hombre supuestamente al otro lado de la línea era Aleksandr
Barkashov, un infame neonazi de Rusia que en 1993 se había unido a los que
defendían la Casa Blanca en Moscú, en desacato a los decretos de Boris
Yeltsin. Le decía que continuara presionando de todos modos y fijara un
resultado de, por ejemplo, 89 %. «¿Vas a correr por ahí recogiendo papeles?
—le ladró Barkashov—. ¿Te has vuelto loco?»[12]
Cuando se computaron los votos, el total reflejaba su recomendación —
con el 89 % a favor—, mientras que en Lugansk el total excedía un
improbable 96 %. Los referéndums fueron seguidos de confrontaciones cada