Page 547 - El nuevo zar
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Según todas las versiones excepto la de los rusos, un misil tierra-aire de
               una  batería  móvil  conocida  como  9K37  Buk  impactó  contra  el  avión  de
               pasajeros  mientras  sobrevolaba  la  región  de  Donetsk.  Testigos,  incluidos
               reporteros de Associated Press, dijeron haber visto la batería moverse por los

               pueblos cercanos, mientras informes subsiguientes rastrearon la unidad hasta
               las  fuerzas  militares  rusas,  específicamente  la  53ª  Brigada  de  Misiles

               Antiaérea con base en la ciudad de Kursk. Se dijo que la unidad había cruzado
               la  frontera  desde  Rusia  la  noche  anterior  y  regresado  con  solo  tres  de  sus
               cuatro  misiles.  Una  investigación  preliminar  realizada  por  el  Gobierno
               holandés también concluyó que el avión de pasajeros explotó en medio del

               aire y que el daño en su fuselaje se correspondía con la explosión de un misil
               como el Buk, no un misil disparado desde un avión de combate, como afirmó

               apresuradamente el Ministerio de Defensa de Rusia.[16]

                    Putin,  que  estaba  volviendo  de  su  viaje  a  Brasil  cuando  ocurrió  la
               tragedia,  habló  por  teléfono  ese  día  con  Merkel  y  Obama,  pero  solo  hizo

               breves declaraciones en público. No dijo nada acerca del origen evidente del
               misil —ni para confirmar ni para negar el involucramiento ruso—, pero culpó
               de la tragedia a la reanudación del combate en Ucrania oriental, sugiriendo
               que  era  culpa  del  Gobierno  de  Ucrania  por  tratar  de  recuperar  territorio

               ocupado  por  insurgentes  armados.  «Nadie  debería  utilizar  y  nadie  tiene
               derecho  a  utilizar  esta  tragedia  para  su  propio  rédito  político»,  dijo  en  un

               inusual discurso televisivo, pronunciado en la madrugada del 21 de julio. Se
               lo  veía  cansado  y  consumido,  de  pie,  tembloroso  junto  al  escritorio  de  su
               oficina, con ojos enrojecidos. «En lugar de dividirnos, las tragedias de este
               tipo deberían unir a las personas. Todos los responsables por esto en la región

               deben  asumir  mayor  responsabilidad  ante  sus  propios  pueblos  y  ante  los
               pueblos  de  los  países  cuyos  ciudadanos  murieron  en  este  desastre.»  Y,  sin

               embargo, no asumió responsabilidad alguna por ninguna participación en la
               tragedia,  ni  en  un  conflicto  cada  vez  más  letal  que  mataría  a  miles  y
               desplazaría  a  cientos  de  miles  de  sus  hogares  en  un  continente  que  había

               soñado con dejar atrás su historia sangrienta.

                    El  mundo  —al  menos  gran  parte  de  Occidente—  se  volvió
               definitivamente contra Putin tras el vuelo 17. «El misil de Putin», declaró el
               tabloide británico The Sun, e incluso organizaciones más sobrias de noticias

               trazaron una línea inexorable de responsabilidad. Sin Putin, no habría habido
               anexión de Crimea ni guerra en Ucrania oriental ni restos desparramados por
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