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Más allá del aula III: Experiencias y reflexiones docentes

            Escribir,  declamar,  contar,  discurrir,  todo  es  lenguaje,  y  el
          mundo de la vida es el  elemento sobre  el cual,  esta herramienta,
          regalo  de  la  naturaleza,  se  ha  enfocado;  no  podría  ser  en  algo
          diferente, no hay más, el mundo de la vida es todo, y ella al ser la
          vedette  adorada  del  lenguaje,  es  quien  logra  de  manera  simple  y
          diáfana alcanzar los altares de las letras. El  mundo de la vida es
          entonces:

            El mundo de la experiencia, digamos, pura, en que caben los
            recuerdos,  las  percepciones,  los  valores,  sentimientos  y
            sentidos que les damos a las cosas y a los hechos, lo mismo
            que  las  transformaciones  y  procesos  permanentes,  como  la
            formación,  que  llevamos  a  cabo  en  la  vida  cotidiana.
            (Guevara, Sf.)
          Ella se eterniza a partir de la simbolización lingüística, además:

            El  mundo  de  la  vida  es  la  unidad  de  la  diversidad  en  su
            desplegarse  infinito  de  los  sentidos;  algo  espiritual  en
            realidad,  más  allá  de  las  cosas  simples  percibidas
            aisladamente.  Es,  en  últimas,  una  creación  asombrosa  y
            subjetiva  de  la  conciencia  humana,  es  una  configuración
            espiritual en nosotros y en nuestra vida histórica. (Guevara,
            2012, p. 9)

            Por esta razón, creo yo, y lo digo con toda humildad, el esfuerzo
          de nuestros niños para tratar de desentrañar un mundo de ideas que
          revoloteaban  en  lo  más  profundo  de  sus  cabezas,  fue  un  reto  de
          gran  valor,  no  es  aceptable  a  la  luz  de  ningún  argumento  falaz,
          negar  el  valioso  aporte  de  nuestros  estudiantes,  que  desde  Su
          mundo de la vida, desde sus experiencias descubiertas y mostradas
          en sus aportes, ellos y ellas, hacen una contribución muy valiosa a
          la  paz  de  Colombia,  una  nación  que  necesita  más  poesía,  más
          cuentos costumbristas, posmodernistas, históricos, crónicas, relatos
          de  viajes,  más  descubrimientos  científicos,  cuidar  más  la
          naturaleza, el entorno, el hábitat, el país… y menos mensajes con
          tinta-sangre,  odio,  rabia,  falacias,  engaños,  triquiñuelas,  actos  de
          corrupción,  injusticia  social,  segregación,  entre  muchos  otros
          desajustes incivilizatorios.


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