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Más allá del aula III: Experiencias y reflexiones docentes

          ocurriría  si  el  individuo  aludido  estuviera  en  medio  de  la
          hambruna,  fuera  como  víctima  o  fuera  como  auxiliador
          humanitario,  pues  estar  inmerso  en  el  evento,  hace  de  la
          experiencia un suceso diferente con respecto a quien toma postura
          sobre la situación. El último, tal vez, rechace el hecho de que seres
          humanos  sufran  hambre,  a  pesar  de  que  los  sufrientes  son
          desconocidos para él, los anónimos de carne y hueso, con nombre
          propio  no  son  dolidos  por  quien  toma  la  postura,  el  dolor  y  el
          rechazo  lo  hace  en  referencia  a  seres  humanos  anónimos  que
          forman parte de su propia especie, logrando tocar la fibra sobre el
          evento  general,  sobre  el  total  de  la  anónima  población,  no  sobre
          Pedro, Juan o Luis, específicamente.
            Lo  anterior,  nos  ayuda  a  entender  la  experiencia,  el  vivir  el
          evento,  el  estar  inmerso  en  él,  o  el  saber  de  su  existencia  en  un
          lugar lejano a la remota aldea de los hambrientos habitantes. De un
          suceso, dos tipos de experiencia, pero de cada tipo, una experiencia
          por cada individuo inmerso en ellas, lo cual hace que el evento se
          multiplique por el total de vivencias subjetivas, concientizadas en
          el interior de cada individuo.
            Pero  las  experiencias  se  pierden  en  el  inconsciente  de  sus
          dueños,  tal  vez,  en  el  tiempo  intente  recordar  cada  individuo  su
          vivir la experiencia, quedan vagos recuerdos si no es un individuo
          de memoria prodigiosa, o puede ser un recuerdo muy vívido, si es
          un individuo que  mantiene  claras sus imágenes; de todos  modos,
          esos  recuerdos,  vívidos  o  vagos,  habrán  de  desaparecer  con  la
          muerte  del  sujeto,  desaparecen,  y  ni  siquiera  por  más  que  otro
          intente  rescatar  esa  memoria,  logrará  su  objeto,  pues,  era  la
          memoria del sujeto que al desencarnar, la hace perder en las esferas
          inmateriales, por lo que, será imposible rescatarlas de esos oscuros
          y  febriles  no-lugares.  El  aparente  rescatador  de  la  memoria  del
          fulanito necesariamente contaminará la experiencia con sus aportes
          personales, con sus vaguedades o dudas, con sus disquisiciones al
          respecto; por eso no  es lo  mismo leer la obra epistolar de Simón
          Bolívar, Adolf Hitler, Pablo Morillo o Francisco de Miranda, que
          leer la vida de estos personajes de acuerdo a sus historiadores, no
          es positivo considerar fiel en su totalidad las memorias que sobre el
          Libertador  escribiese  José  Manuel  Restrepo,  Perú  de  la  Croix  o
          Tomás  Cipriano  de  Mosquera,  pues  en  su  versión  se  está



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