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Más allá del aula III: Experiencias y reflexiones docentes

            mi cuerpo, como si el viento me acariciara tiernamente, una
            sensación  de  bienvenida  a  un  hogar  desconocido.  Aunque
            nunca estuve allí, sentí como si la espera hubiese terminado,
            como  si  por  fin  me  hubiese  encontrado,  como  si  por  fin
            hubiera regresado a la tierra fértil de esta región, que invadió
            mi cabeza, mi espíritu y mi corazón, me perdí y me senté en
            el pasto, disfruté  de los olores tan hermosos, placenteros y
            vivos. (Forero, 2012, p. 34)

            Es  así  que  ante  el  verdor  del  paisaje,  la  autora  quedó
          “anonadada  temblando  de  emoción”  (Forero,  2012,  p.  34)  y “las
          mariposas acompañaban el vals visual de su corazón con sus vivos
          colores [que] bailaban en el pastal…” (Forero, 2012, p. 35).
            El  deseo  ansioso  de  quererse  quedar  para  auscultar  lo  que  la
          naturaleza piensa de la autora, ayuda a reflejar el deseo de volver a
          la raíz, a su origen, de volver a su gen terrígeno y “physico”: de
          “quedarme ahí para ella y  empezar a saber su ‘naturaleza’, saber
          qué pensaba de mí y de la vida, porque de su belleza me enamoré
          sin fin, tenía ganas de quedarme y verla libre en el aire” (Forero,
          2012, p. 35). En su experiencia personal, la autora está cautiva de
          los sonidos, la brisa, el sentir las hojas, la “mística música”:

            Sonidos que llenaban mis entrañas y mi mente con su arte,
            sentir  como  la  naturaleza  me  llamaba  era  en  verdad  una
            experiencia muy detallada, en su suelo se sentía el latir de su
            corazón,  lo  escuchaba  muy  dentro,  entendí  su  dialecto,  el
            viento  y  el  aire;  las  montañas  y  las  aves  me  comunicaron
            desde  sus  adentros  sus  pasiones  y  lamentos,  al  tener  esas
            pulsaciones  alrededor  de  mi  cuerpo,  no  pude  evitar  un
            escalofrío muy placentero… (Forero, 2012, p. 35)

            La  sensualidad  terrígena  de  la  descriptora  se  extiende  cuando
          escribe que “las sensaciones que sentí, lo que sentí invadió  mi…
          mi  alrededor…”  (Forero,  2012,  p.  35).  El  elemento  descriptor
          fomenta la observación detallada del valor de la naturaleza, “desde
          entonces,  siempre  pienso  en  ella  y  en  ese  lugar  místico  que  me
          invadió, iré a buscarla, mañana iré a San Agustín para compartir mi
          vida con ella, mi hermosa naturaleza” (Forero, 2012, p. 39).




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