Page 133 - MARX DOSCIENTOS AÑOS DESPUÉS (2018)
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Marx: doscientos años después (1818-2018)

            La educación en ciudadanía es un componente de un proyecto
            más  amplio,  el  de  la  democratización  de  las  sociedades.
            Dicha tarea solo es la expresión de un orden hegemónico que
            se  hace  presente  en  el  proceso  de  globalización  occidental,
            cuyos  valores  se  imponen  en  las  diferentes  naciones.
            Tomasevski (2004), afirma que la educación “no solo es un
            fin,  en  sí  misma,  sino  también  un  medio  para  el  logro  de
            muchos otros objetivos globalmente consensuados” (p. 343),
            de  tal  manera,  los  tránsitos  del  proceso  educativo  no  se
            encuentran  desconectados  de  un  marco  ideológico
            centralizado que delimita una escala de valores y tareas para
            la formación de un tipo particular de sujetos: los ciudadanos
            del mundo global.

            La democratización es un proceso que conlleva la expansión
            del modelo democrático, valga decir, liberal, el cual se define
            como la forma de organización social y política deseable. De
            allí  que  el  Estado  asuma,  de  manera  muy  activa,  la
            reglamentación  que  justifica  el  carácter  de  la  formación  de
            los  aprendientes,  desde  la  consideración  de  la  educación
            como  proceso  socializador.  Se  justifica  la  necesidad  de
            fortalecer la convivencia, como  un marco necesario para la
            democratización, para lo cual se sostiene la planeación en el
            marco  de  los  derechos,  como  filosofía  incrustada  en  las
            prácticas educativas. Se hace uso, en este contexto, del papel
            de la escuela como reproductora del orden establecido.

            Ciertamente  la  reproducción,  como  analizan  Bourdieu  &
            Passeron  (1996),  garantiza  la  imposición  de  la  cultura
            dominante,     al   ser   cualquier    acción   pedagógica,
            objetivamente,  “una  violencia  simbólica  en  tanto  que
            imposición,  por  un  poder  arbitrario,  de  una  arbitrariedad
            cultural” (p. 45). Incluso siendo la democracia una herencia
            del  pensamiento  liberal  y,  por  tanto,  de  la  racionalidad
            moderna,  la  educación  no  constituye  un  proceso  de  libre



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