Page 77 - El Hobbit
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no.
        —¡Oh,  bien!,  si  se  trata  de  preguntas  corrientes  yo  he  hecho  una  antes  —
      respondió Bilbo—. ¿Qué has perdido, quieres decirme?
        —¿Qué tiene en los bolsilloss? —el sonido llegó siseando más agudo y fuerte,
      y como Gollum estaba mirándolo, Bilbo vio alarmado dos pequeños puntos de luz
      que lo observaban; a medida que la sospecha crecía en la mente de Gollum, la
      luz le ardía en los ojos con una llama descolorida.
        —¿Qué has perdido? —insistió Bilbo.
        Pero la luz en los ojos de Gollum era ahora un fuego verde y se acercaba con
      rapidez.  Gollum  estaba  de  nuevo  en  el  bote,  remando  como  desesperado  de
      vuelta a la orilla; y tal era la rabia por la pérdida y la sospecha que tenía en el
      corazón, que ya no le atemorizaba ninguna espada.
        Bilbo no podía adivinar qué había maquinado la malvada criatura, pero vio
      que todo estaba descubierto, y que Gollum pretendía terminar con él, sea como
      fuere. Justo a tiempo se volvió y corrió a ciegas, subiendo el pasadizo que había
      bajado  antes,  manteniéndose  pegado  a  la  pared  y  tocándola  con  la  mano
      izquierda.
        —¿Qué tiene en los bolsilloss? —Bilbo oyó el siseo fuerte detrás de él, y el
      chapoteo cuando Gollum saltó del bote. « Qué tengo yo, me pregunto» , se dijo,
      mientras  avanzaba  jadeando  y  tropezando.  Se  metió  la  mano  izquierda  en  el
      bolsillo. El anillo estaba muy frío cuando se le deslizó de pronto en el dedo índice,
      con el que tanteaba buscando.
        El siseo estaba detrás, muy cerca. Bilbo se volvió y vio los ojos de Gollum
      como pequeñas lámparas verdes que subían la pendiente. Aterrorizado, intentó
      correr  más  rápido  y  cayó  cuan  largo  era,  con  la  pequeña  espada  debajo  del
      cuerpo.
        En  un  momento  Gollum  estuvo  sobre  él.  Pero  antes  de  que  Bilbo  pudiese
      hacer algo, recuperar el aliento, levantarse o esgrimir la espada, Gollum pasó de
      largo sin prestarle atención, maldiciendo y murmurando mientras corría.
        ¿Qué podía significar esto? Gollum veía en la oscuridad. Bilbo alcanzaba a
      distinguir la luz pálida de los ojos, aún desde atrás. Se levantó, dolorido, envainó la
      espada,  que  ahora  brillaba  débilmente  otra  vez,  y  con  mucha  cautela  siguió
      andando.  Parecía  que  no  se  podía  hacer  otra  cosa.  No  convenía  volver
      arrastrándose a las aguas de Gollum. Quizá si lo seguía, Gollum lo conduciría sin
      querer hasta alguna vía de escape.
        —¡Maldito  sea!  ¡Maldito  sea!  ¡Maldito  sea!  —siseaba  Gollum—.  ¡Maldito
      Bolsón! ¡Se ha ido! ¿Qué tiene en los bolsillos? ¡Oh, lo suponemos, lo adivinamos!
      Preciosso mío. Lo ha encontrado, sí, tiene que tenerlo. Mi regalo de cumpleaños.
        Bilbo aguzó el oído. Por fin estaba empezando a adivinar. Apresuró el paso,
      acercándose  a  Gollum  por  detrás  hasta  donde  se  atrevió.  Gollum  corría  aún
      deprisa, sin mirar atrás, pero volviendo la cabeza a los lados, como Bilbo podía
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