Page 211 - El Señor de los Anillos
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haya amontonado esta madera parece que tenía la intención de volver.
Trancos se interesó mucho en estos descubrimientos.
—Ojalá me hubiese quedado aquí un rato a explorar yo mismo el terreno
dijo yendo de prisa hacia el manantial a examinar las pisadas.
—Tal como lo temía —dijo al volver—. Sam y Pippin han pisoteado el suelo
blando, arruinando o confundiendo las huellas. Unos montaraces han estado aquí
últimamente. Son ellos quienes dejaron la leña para el fuego. Pero hay también
muchas huellas nuevas que no pertenecen a montaraces. Marcas de botas
pesadas de hace un día o dos. Un día por lo menos. No estoy seguro, pero creo
que ha habido muchos pies calzados con botas.
Trancos calló, sumido en inquietos pensamientos.
Cada uno de los hobbits tuvo una imagen mental de los Jinetes, calzados con
botas, envueltos en capas. Si ya habían descubierto la cañada, cuanto antes se
alejaran de allí, mejor que mejor. Sam contempló la concavidad con mucho
desagrado, sabiendo ahora que los enemigos estaban en camino, a unas pocas
millas de allí.
—¿No sería mejor que nos alejáramos en seguida, señor Trancos? —
preguntó con impaciencia—. Se está haciendo tarde y no me gusta este agujero.
Me encoge el corazón, de algún modo.
—Sí, es de veras necesario que nos decidamos enseguida —respondió
Trancos alzando los ojos para observar la hora y el estado del tiempo—. Bueno,
Sam —dijo al fin—, a mí tampoco me gusta este sitio, pero no conozco ninguno
mejor al que podamos llegar antes de la caída de la noche. Al menos aquí
estamos al resguardo de todas las miradas y si nos movemos sería muy posible
que los espías nos descubrieran en seguida. Todo lo que podemos hacer es
retroceder hacia el norte por este lado de los cerros, donde el terreno es bastante
parecido al de aquí. El camino está vigilado, pero tendremos que atravesarlo para
ocultarnos así en las espesuras del sur. Del lado norte del camino, más allá de las
colinas, la tierra es desnuda y llana en una extensión de muchas millas.
—¿Los Jinetes pueden ver? —preguntó Merry—. Quiero decir, parece que se
sirven comúnmente más de la nariz que de los ojos y que nos olfatean desde
lejos, si olfatear es la palabra exacta, al menos durante el día. Pero tú hiciste que
nos echáramos al suelo, cuando los vimos allá abajo y ahora dices que podrían
vernos si nos movemos de aquí.
—No tomé bastantes precauciones en la cima —respondió Trancos—. Estaba
ansioso por encontrar alguna señal de Gandalf, pero fue un error que subiéramos
los tres y que estuviéramos de pie allí arriba tanto tiempo. Pues los caballos
negros ven y los Jinetes pueden utilizar hombres y otros seres como espías, como
comprobamos en Bree. Ellos mismos no ven el mundo de la luz como nosotros:
nuestras formas proyectan sombras en las mentes de los Jinetes, sombras que
sólo el sol del mediodía puede destruir, y perciben en la oscuridad signos y