Page 566 - El Señor de los Anillos
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la tormenta que venía del este se alejaba rumbo al sur, hacia el mar. De
improviso las nubes se abrieron detrás de ellos y por una grieta asomó un rayo de
sol. La cortina de lluvia brilló con reflejos de plata y a lo lejos el río rieló como
un espejo.
—No hay tanta oscuridad aquí —dijo Théoden.
—No —respondió Gandalf—. Ni los años pesan tanto sobre vuestras espaldas
como algunos quisieran que creyerais. ¡Tirad el bastón!
La vara negra cayó de las manos del rey, restallando sobre las piedras. El
anciano se enderezó lentamente, como un hombre a quien se le ha endurecido el
cuerpo por haber pasado muchos años encorvado cumpliendo alguna tarea
pesada. Se irguió, alto y enhiesto, contemplando con ojos ahora azules el cielo
que empezaba a despejarse.
—Sombríos fueron mis sueños en los últimos tiempos —dijo—, pero siento
como si acabara de despertar. Ahora quisiera que hubieras venido antes, Gandalf,
pues temo que sea demasiado tarde y sólo veas los últimos días de mi casa. El
alto castillo que construyera Bregón hijo de Eorl no se mantendrá en pie mucho
tiempo. El fuego habrá de devorarlo. ¿Qué podemos hacer?
—Mucho —dijo Gandalf—. Pero primero traed a Eomer. ¿Me equivoco al
pensar que lo tenéis prisionero por consejo de Grima, aquél a quien todos excepto
vos llaman Lengua de Serpiente?
—Es verdad —dijo Théoden—. Eomer se rebeló contra mis órdenes y
amenazó de muerte a Grima en mi propio castillo.
—Un hombre puede amaros y no por ello amar a Grima y aprobar sus
consejos dijo Gandalf.
—Es posible. Haré lo que me pides. Haz venir a Háma. Ya que como ujier no
se ha mostrado digno de mi confianza, que sea mensajero. El culpable traerá al
culpable para que sea juzgado —dijo Théoden, y el tono era grave, pero al mirar
a Gandalf le sonrió y muchas de las arrugas de preocupación que tenía en la cara
se le borraron y no reaparecieron.
Luego que Háma fue llamado y hubo partido, Gandalf llevó a Théoden hasta un
sitial de piedra y él mismo se sentó en el escalón más alto. Aragorn y sus
compañeros permanecieron de pie en las cercanías.
—No hay tiempo para que os cuente todo cuanto tendríais que oír —dijo
Gandalf—. No obstante, si el corazón no me engaña, no tardará en llegar el día
en que pueda hablaros con más largueza. Tened presente mis palabras: estáis
expuesto a un peligro mucho peor que todo cuanto la imaginación de Lengua de
Serpiente haya podido tejer en vuestros sueños. Pero ya lo veis: ahora no soñáis,
vivís. Gondor y Rohan no están solos. El enemigo es demasiado poderoso, pero
confiamos en algo que él ni siquiera sospecha.
Gandalf habló entonces rápida y secretamente, en voz baja, y nadie excepto